RESUMEN
Martín es un reconocido arquitecto que vive en el exterior desde hace tiempo y pertenece al jet set internacional. Luego de estar muchos años distanciado de su padre, Alfredo, un empresario de la construcción fallecido hace un año, vuelve a su país natal cuando se entera de que su madre Lidia ha intentado suicidarse. No se imagina que su regreso cambiará su vida de una vez y para siempre. «¨»¨Romina es una mujer muy hermosa que vive en estado de indigencia desde que su padre, que era la persona de confianza de Alfredo, ha perdido el trabajo. Al comienzo de la historia, él y Romina tratan de subsistir dignamente recolectando cartones en la vía publica, a pesar de poseer un valioso collar de esmeraldas que les fuera entregado por Alfredo antes de morir. Cuando finalmente deciden venderlo para mejorar su situación, el hombre es cruelmente asesinado.»¨»¨El destino pronto unirá a Romina y a Martín en una increíble historia de amor que pasará por numerosos impedimentos ya que todos, de alguna manera, tratarán de destruir su relación. Además, varias situaciones equívocas fomentarán una desconfianza mutua que irá aumentando a la par de su amor…»¨»¨Enfrentado con las verdades y los misterios que rodean a su familia, Martín comenzará a investigar y con gran dolor advertirá que a su alrededor nadie es quien parece ser y que la realidad de sus padres ha sido siempre completamente distinta de la que el conocía. Su tío Víctor, que ha quedado ahora al frente de la empresa constructora, lejos de ser una persona confiable es un hombre inescrupuloso que maneja una de las bandas delictivas más fuertes de la ciudad. Es él quien, en su afán de apoderarse del collar de esmeraldas, ha mandado a matar a Alfredo, su hermano, y luego al padre de Romina. Pronto intentará asesinar a su sobrino, cuya presencia también comenzará a perjudicar sus planes.»¨»¨Las distintas historias girarán en torno a un elemento clave en común: el collar de esmeraldas . Una joya del siglo XIV de origen inca, que esconde varios secretos reveladores. Un collar que despertará odios y rencores, persecuciones y venganzas. Que dejará al desnudo quién es quién. Que obligará a Martín a adoptar identidades ocultas para meterse en el submundo del hampa y así descubrir quiénes mataron a su padre y al de Romina en nombre de este valioso tesoro. Una búsqueda en la que al protagonista se dará cuenta de que todo tiene un precio, menos el amor.
Resumen extraido de la web Telenovelas Argentinas
NUESTRO COMENTARIO
Hay dos tipos de telenovelas argentinas, las novelas que tienen guión, y aquellas en las que ocurren una sucesión de cosas absurdas una detrás de otra, como si el hecho de que pongan cosas una detrás de otra pueda sustituir a la línea argumental. «Collar de Esmeraldas» pertenece a este segundo grupo.
El esquema es el de siempre, chica inculta y pobre que se enamora de un rico, y todos los problemas que tienen para poder «vivir su amor». Como nota cómica, las telenovelas últimamente incluyen en la trama la vida de los criados, siempre bastante descarados y locatis, como si por ese simple hecho fueran divertidos. A eso se añade el personaje de la secretaria pizpireta e inmoral que lo único que hace es lucir el palmito, por cierto, siempre con la misma ropa, día tras día y mes tras mes. Como es imposible que esa ropa haya sido elegida por nadie que esté en sus cabales, como uniforme de ninguna oficina seria, o de nadie que no se dedique al comercio del sexo, lo que hay que concluir es que la secretaria, además de inmoral, es bastante marrana. A eso hay que sumar que los malos tienen una potencia sexual a prueba de bombas y sin necesidad de viagra, ya que pasan de los brazos de una amante a los de otra sin solución de continuidad.
Aún así, con este mismo argumento hay novelas que resultan interesantes, atractivas, que enganchan. «Collar de Esmeraldas» es únicamente un conjunto de situaciones repetitivas, diálogos convencionales y personajes estereotipados. En particular, el personaje de la madre de Martín, Lidia, es de auténtica vergÁ¼enza ajena, uno de los personajes más ridículos que a esta comentarista le ha tocado conocer, con esa peluca, esas uñas y esa actitud de gatita mimosa conservada en naftalina.
El collar de esmeraldas que le da título a la novela aparece en la trama únicamente para dar título a la novela. Es una simple excusa, sin ninguna importancia, y los guionistas no se molestan en darle lugar más allá de unos pocos minutos. Lo mismo ocurre con una de las vueltas de la trama, ya que se supone que el padre de Martín se disfrazada, más o menos como la Pimpinela Escarlata porteña, para solucionar misterios y perseguir al crimen organizado, ayudado por Celia, Eva y Dardo, estos dos últimos policias. Algo parecido a cuando en la novela de Nano, éste también llevaba una doble vida como el Gato, robando a los ricos para dar dinero a los pobres, pero que aquí se lo quitan de en medio sin más explicaciones.
Al principio de la novela Martín y Romina se conocen, en el momento en que asesinan al padre de Romina, de una forma en la que la persona más lerda se daría cuenta de que Martín no tiene nada que ver. No así Romina, que agarra una perra contra Martín, con un odio absolutamente irracional y, lo que es peor, artificial. Por supuesto, Martín, un hombre sofisticado y culto, se enamora de ella de la misma forma repentina, e igualmente irracional. Como no se puede acercar a ella sin que le insulte, decide disfrazarse de vagabundo, un tal Federico, con la única ayuda de una barba postiza y una chaqueta rota, y ¡voila! Resulta que Romina no le reconoce, y lo que es más, se enamora de Federico en cuanto le vé, lo que demuestra que no Romina no sólo es pobre, sino tonta de solemnidad, porque preferir a Osvaldo Laport con barba salvaje y traje roto a Osvaldo Laport bien lavado y bien vestido es de ser una cretina. Total, que se enamora, se hacen amantes (una se pregunta cómo pueden estar besuqueándose sin que Romina note que la barba es postiza, algo tan ridiculo como la peluca de Melina en «Yago»»¦) y aunque se llegan a ir a vivir juntos, ni siquiera le cose, o le pide que se cosa, la manga de la chaqueta de vagabundo misterioso, porque Federico es que no se asea en todo el tiempo hasta que le tiene que confesar a Romina quién es en realidad. Por supuesto, Romina es una buena buenísima, una santa digna de beatificación por el Vaticano y Martín una especie de semental del que todas las mujeres se enamoran nada más verle (de Romina también se enamoran unos y otros, pero menos). Irreal total.
En resumen, un conjunto de situaciones, en su mayoría irritantes, unos personajes incomprensibles e incoherentes, si no es que son directamente unos pervertidos y unos fallos de guión que son agujeros como para que pase un tanque.
En cuanto a las relaciones totalmente enfermas, la primera es la de la madre con el tío de Martín y con el propio Martín. La tal Lidia está como una chota, una chota peligrosa que llega a matar a una persona sin que a nadie le extrañe, le escandalice o le moleste. También intenta matar a Romina, y aún así al hijo no le parece que haya que internarla en algún sitio. Pero es que no sólo está loca, sino que está enamorada del hijo, algo ridículo y penoso de ver.
En la misma línea está Dardo, interpretado por el pobre Norberto Díaz, que no se sabe qué cáscaras siente por su hijastra, Eva, pero que también es obsesivo y violento. La novia de Martín, la tal Lorena, que primero parece buena, luego mala, luego buena y lo que es al final es un monigote. Mujeres que no reaccionan como personas normales cuando las dejan, que se empeñan en seguir con la relación, pase lo que pase y pese a quien pese, y ya para qué hablar de la abogada Marina y de su hija Abril.
Los procedimientos policiales son tan penosos, ridículos y pobres que perjudican aún más el tono de la novela. En general, cuando ocurre cualquier cosa, los policias no descubren nada hasta que alguien no les da el soplo, pero es que el que les da el soplo suele ser alguien que trabaja para el tío, con lo que el resultado es que la policia únicamente hace lo que el malo le deja. Resulta que la madre le pide a la policia que descubra algo malo de Lorena y la policia no encuentra nada, mientras que Víctor descubre todo, que la madre de Lorena está en la cárcel y por qué. Otro fallo del guión, aunque este no tiene la menor importancia en medio de tanta insensatez es cómo descubre la madre de Lorena, que está en la cárcel, que Lorena ha vuelto de Europa a Argentina ¿con palomas mensajeras?
En la misma línea de situaciones de traca está el que todo el mundo sorprenda a Romina y Martín cuando están juntos, mientras que nadie se da cuenta de lo que hace la loca de la madre, o el ganster del tío, que hacen multitud de fechorías. ¿Pero alguien se cree que Tobías, el mayordomo de la casa, al que hacen desaparecer de repente porque había pasado a pintar absolutamente nada, no supiera que la madre y el tío son amantes después de vivir en la casa durante 20 años? Luego está el tío un malo malísimo caricaturesco, que tiene una caja fuerte en la que guarda papeles secretísimos, pero que abre y cierra sin molestarse en poner la combinación ¿para qué perder el tiempo en detallitos? La misma falta de cuidado en los detalles se vé en el juicio de Martín, en el que aparece con una pinta patibularia increible, en mangas de camisa, teniendo en cuenta que no está detenido ni en la cárcel hasta después, o sea, que es que va así desde su casa, la super-mega mansión.
Total, un conjunto de escenas que te parece haber visto un millón de veces y quizá eso sea lo que la salva parcialmente, porque lo habitual hace que perdones hasta cierto punto lo ridículo. Los actores hacen lo que pueden con lo que les ha tocado en suerte, esos diálogos tan forzados, ese conjunto de situaciones increibles»¦
LO MEJOR.
O lo único bueno, Romina y Martín, o Carina Zampini y Osvaldo Laport, que cuando se miran o se abrazan transmiten amor y pasión. Carina Zampina, que llora y se ríe que da gusto verla y que tiene un pelo precioso. Romina y Martín justifican que la novela se vea, aunque sea con el avance rápido para ver únicamente sus escenas.
Personalmente, a nosotros nos gusta el personaje de Toni, enamorado de Romina como un perro y que aunque también es un personaje absurdo total, da mucha lástima cómo la quiere, aunque en la boda en la cárcel de Romina y Martín lleve puesta una boina de rapero jamaicano que no se sabe a cuento de qué viene.
Lydia Lameison, como siempre, está estupenda, ¡qué energía la de esta señora! Pero esta vez no ha tenido mucho suerte con el papel, absolutamente de relleno.
LO PEOR.
Entre todo lo malo de esta novela, que es mucho muchísimo, lo peor es Lidia, la madre de Martín, no se sabe si el nivel de bochorno que genera es producto sólo del personaje o también de la actriz, una señora operada, recauchutada y llenita de colágeno. Un horror.
REPARTOȬ
Osvaldo Laport.- Martín Rivera
Carina Zampini.- Romina ǬȬ
Silvia Montanari.-LidiaȬ
Arturo Bonin.-Víctor»¨
Norberto Díaz.-Dardo»¨
Pepe Monje.-Tony
Jean Pierre Noher .-Tobías
Lydia Lamaison.-Celia
Paula Siero.-LorenaȬ
Ximena Fassi.-EvaȬ
Fernando Lupiz.-AvesaniȬ
Laura Miller.- PatriciaȬ
Sergio Surraco..-RobyȬ (hermano de Romina)
Luciana G. Costa.-RoxanaȬ (hermana de Romina)
Magela Zanotta.-MartitaȬ
Gisela Van Lacke.-CarmenȬ (la secretaria)
Tota Santillan -Tota
Gustavo Guillen.-JulioȬ
Melina Petriella.-AbrilȬ
Patricia Viggiano -MarinaȬ
Germán Barceló -.Daniel»¨
Alberto Anchart.-AtilioȬ
Cristian Sancho.-.LucasȬ
Edward Nutkiewicz.-JavierȬ
Susana Ortiz -ValeriaȬ
Aldo Pastur.-Horacio