RESUMEN
La historia gira alrededor de Juliana Míguez, una muchacha de Río Manso, pueblo de ficción de la Provincia de Buenos Aires, que es secuestrada por una red de trata de personas. Se representan su punto de vista, desde dentro de dicha red, el de su madre, que intenta encontrarla y rescatarla por diversos medios, y el de los criminales que manejan dicho sistema de explotación. Al principio la historia se sostenía a partes iguales en dicha historia y en una trama de telenovela involucrando a Facundo Arana, el actor más famoso del elenco; pero la aclamación lograda por la parte más comprometida de la trama llevó a que ésta termine abarcando a la totalidad de la historia y a todos los personajes de la misma. El personaje de Bautista Amaya, interpretado por Arana, alcanza características propias de un héroe de acción en lugar de las habituales de un galán de telenovelas.
Resumen extraído de Wikepedia. El resumen completo incluye spoilers y final.
NUESTRO COMENTARIO
¡Ay qué novela tan triste! En realidad «Vidas Robadas» no es una telenovela, sino una obra de ficción de carácter policial y con un contenido social. En propias palabras del director, se trata de ficción con contenido.
En este sentido, «Vidas Robadas» tiene un guión impecable, en el que se mantiene el suspense y se muestran las diversas ramificaciones de un negocio millonario, y sin caer en excesivos maniqueísmos, ya que probablemente los personajes más complejos de la trama son los que se dedican a actividades delictivas, intentando hacer patente que la trata de personas, a las que condenan a la esclavitud, no es un asunto y una lucha entre «nosotros» y «ellos» sino que de alguna manera «ellos» somos «nosotros», que esas personas viven entre nosotros, con falsas apariencias de hombres y mujeres normales, en absoluta impunidad. Y es esa impunidad la que es el tema central de la obra.
Como ya comentamos cuando hablamos aquí de la novela «Ladrón de Corazones», en «Vidas Robadas» también la corrupción invade e inunda totalmente la sociedad, pero mientras que en «Ladrón de Corazones» la lucha a muerte se estable entre el Estado, encarnado por la brigada Omega y dentro de una organización creada por el Presidente para ese fin, y las organizaciones mafiosas, en «Vidas Robadas» da la impresión de que se trata de una batalla entre los ciudadanos, a pecho descubierto, y ese cáncer social con numerosas ramificaciones, una de las cuales es la trata de mujeres para la prostitución, casi como si fuera una nación sin Estado, o un Estado tan corrupto e ineficiente que le hace prácticamente inútil, lo que hace que la lucha se tenga que desarrollar casi enteramente fuera del sistema salvo por unos pocos que presentan todavía una batalla numantina contra esta indefensión e injusticia . En «Ladrón de Corazones» la batalla es violenta, bronca, a tiro limpio, mientras que en «Vidas Robadas» las mayores batallas se libran en los despachos de la gente importante, que se resiste a perder sus privilegios y sus ingresos delictivos a golpe de teléfono. Y ese estado de corrupción invade toda la sociedad, desde los que vuelven la cara hacia el otro lado hasta los que recurren a métodos indirectos para «agilizar» la adopción de niños sin ni siquiera pensar ni darse cuenta de que hay algo oscuro en ese asunto. En este aspecto son paradójicos los parlamentos de autojustificación de Astor y Nacha, en los que se muestran asombrados de que no se les agradezca que hayan ayudado a tantas chicas, a las que han salvado de una vida de pobreza y miseria…monólogos de autojustificación que suenan absolutamente sinceros, como si ellos mismos estuvieran convencidos de esos hechos. En este aspecto, «Vidas Robadas» es una novela de denuncia, que intenta alertar a una sociedad completa de lo complacientes que se han vuelto con cualquier manifestación de la corrupción hasta no darse cuenta de ella ni percibirla como tal.
El primera capítulo, visto friamente, parece no augurar nada bueno y da la impresión de que los guionistas y el director han sucumbido a la necesidad de explotar la gallina Arana de los huevos de oro y nos llenan de imágenes empalagosas de puro heroícas, con un Facu super hombre, que escala montañas y salva chicas en peligro, todo coronado con esa escenita de un Facu solitario en la cumbre de una montaña vista desde un helicóptero y rematado por otra escenita en la que Facu se tira al suelo llorando de dolor por la muerte de su amada esposa, algo exagerado e histriónico.
Afortunadamente, con posterioridad los ánimos se tranquilizan y las aguas vuelven a su cauce, con un Facu-Bautista un poco más normal, aunque no se llegue a explicar por qué Bautista sabe hacer las cosas que sabe, pero con un reparto uniformemente magistral, que contribuye no sólo a que la historia sea creíble, sino absolutamente eficaz e intensa. La elección de los actores es totalmente acertada, desde Jorge Marrale, un hombre que chirría de puro limpio para encarnar a Astor Monserrat, ese personaje oscuro, retorcido, tiránico y manipulador, mostrándonos a todos la eficacia de las caretas públicas de esas personas, hasta Mónica Antonópulos, con una cara y un aspecto de absoluta inocencia, claridad y decencia, que pasa la prueba de su primer papel protagonista con una calificación más que notable. Quizá el único error esté en la elección de Silvia Kutika, que por otra parte está fantástica en su papel, como madre de de Mateo, un chico que aparenta tener más de 30 años y que si es amigo de la infancia de Bautista debe tener al menos 35. ¿A qué edad tuvo Alejandra a su hijo, a los 12 años?
La elección de Adrián Navarro y Juan Gil Navarro, dos hombres muy atractivos, como personajes oscuros y malvados se contrarresta con la profundidad y las contradicciones de sus personajes. Los dos actúan con absoluta naturalidad y son de lo mejor de la novela. Los guionistas logran privar a Nicolás (Juan Gil Navarro) y a su relación con Juliana del barniz romántico que el público podría atribuirle porque él sea atractivo (lo que en cierto modo nos transmite la idea de que no debe ser tan desagradable tener sexo no consentido con él), mostrándonos cómo el pretendido amor de Nicolás es algo enfermizo y que, a pesar de que es cierto que ha salvado a Juliana de un destino peor es él mismo el que la ha puesto en esa situación, y además la trata como un objeto, una especie de animalito, o peor, de una cosa, en una relación en la que una parte enorme de la atracción que él siente por ella está basada en la absoluta sumisión, dependencia e indefensión de la muchacha, lo que le hace sentir a él una gratificante sensación de poder absoluto sobre ella. Así la pega cuando quiere, la premia cuando quiere, la amenaza o dispone de ella a su antojo. Juliana, sin embargo, nunca cae en la trampa ni llega a ser una víctima complaciente.
Como ya comentábamos, la trama policíaca está muy bien engranada, y si hemos de creer al autor del resumen de Wikipedia, la novela sufrió un giro abandonando la historia de amor hacia una trama mucho más de acción, y ese giro se nota, porque la historia de amor entre Bautista y Ana, que ya no tenía mucho interés en su planteamiento, acaba teniendo cero patatero de interés, y ninguna emoción. En este sentido tiene mucho más morbo todas las relaciones de Dante con quien sea, Alejandra o Nacha, una extraordinaria Virginia Innocenti que no se explica por qué lleva el pelo tan mal teñido durante toda la historia.
Ese supuesto cambio de orientación de la novela, a nuestro juicio, perjudica al personaje de Facundo Arana, ya que los héroes de pura acción no suelen tener ni carne ni sangre. Entendámonos, a nosotros nos gusta todo lo que hace Facundo Arana (y también nos gusta Facundo Arana mismo), y siempre es un actor natural y eficaz, pero Bautista Amaya no es nada. Ni siquiera tiene una personalidad definida, más allá de ser un buen chico y ser un poco impulsivo. De todos los personajes de Facundo Arana que hemos visto (y han sido casi todos), Bautista Amaya es el personaje más superficial y no ha debido suponer para Facu, un actor con muchos recursos, ninguna dificultad. Facundo Arana es el protagonista porque es el protagonista, pero Bautista no es ni con mucho el personaje más importante. En esta novela, Clara Guerrico (Padre Coraje), que siempre se metía en líos de los que no podía salir sola, implicando a todo el mundo, es él. De hecho, este es el primer personaje de Arana en el que no nos hemos enamorado de él, lo que quizá al actor no le importe nada si es que como Pablo Echarri no quiere ser un galán, pero que a nosotros nos desinfla un poco el globo.
En la relación amorosa con Ana, la verdad es que la pobre Ana tiene mala suerte, porque se rodea siempre de gente que toma decisiones que la afectan sin contar con ella para nada, simplemente con la excusa de que lo hacen «por su bien». Desde Astor, que la manipula de forma vergonzosa, Helena, Nicolás, Dante…y hasta Bautista, que le oculta lo que le parece, supuestamente para protegerla, pero sin darle derecho a elegir. Algo de lo más molesto.
Adrián Navarro, que ya nos había gustado, qué decimos gustado, encantado como Federico en «Montecristo», encarna a la perfección el difícil papel de Dante, un asesino frio y a la vez sentimental y tierno, con su propio código de honor, fiel hasta la muerte en sus afectos y con una relación extraña con Nicolás, de amor y de protección, protegiendo a NIcolás de todo incluso de sí mismo, pero con una gran dependencia afectiva del otro. Dante ve a Nicolás como es, ve sus carencias y sus defectos, y siempre está al quite para salvarle y protegerle, pero al mismo tiempo, afectivamente, le necesita más que Nicolás a él.
La moraleja de la historia no es nada esperanzadora, porque los personajes «buenos» pierden tanto en la batalla que casi es un incentivo a que no nos metamos en líos si alguna vez nos enfrentamos a una situación así, madrecita que me quede como estoy. El final puede ser el único posible para Ana, pero no sabemos qué puede tener de bueno que uno tenga que empezar de cero, lejos de los que quieres y los que te quieren. Un horror. También el último capítulo es víctima de la manía que les ha entrado últimamente en las cadenas argentinas de emitir el último capítulo en un teatro, porque el final no sólo es innecesariamente efectista sino que repite fórmulas que quizá sirvan para animar el cotarro entre el público presencial, pero que para los que estamos viendo el programa desde casa sin ser presas de la excitación coletiva nos suenan a cosas ya sabidas, vale, otra vez el mismo truquito.
En el aspecto chusco de la novela, un cero al que ha elegido los nombres de los personajes, sobre todo la familia Amaya. Si el apellido tenía que ser Amaya, ¿Cómo se les ocurre llamar a los chicos Bautista y Agustina? Dejando aparte que para los gustos españoles son dos hombres requetefeos, el hecho de que los acaben en «a» hace que todo sea difícil de pronunciar y sólo cuando Juan Gil Navarro fuerza mucho la pausa entre el nombre y el apellido te enteras de cómo se llaman. Hasta entonces, lo único que se oye es Bautistamaya y Agustinamaya. Menos mal que el del medio se llama Octavio. La novela está muy bien producida y no tiene apenas gazapos, o al menos no tiene muchos que nosotros hayamos captado, salvo cuando Agustina no utiliza correctamente los tiempos verbales y Bautista la corrige sobre la marcha sin que se le mueva un pelo, o cuando Inés, Goyo y Manuel hablán con Ema sobre la inmigración e Inés dice que los Amaya son descendientes de emigrantes españoles y ella es desdendiente de emigrantes italianos ¿Pero Inés no se llama Bustamente? Parece que a Romina Ricci se le ha ido la olla y no se ha acordado de quién hablaba en ese momento.
LO MEJOR
Las admiradoras acérrimas de Facundo Arana nos van a matar, pero lo mejor de la novela son Fabio (Carlos Portaluppi) y su madre Amanda (Mabel Manzotti). Portaluppi tiene unos ojos muy expresivos y una voz muy atractiva y encarna a la perfección al apasionado y recto Fabio, pero es que su madre es la remonda, qué actriz tan buena, tan ingeniosa, tan natural. Da la impresión de que improvisa cuando le da la gana y cambia la expresión y la intención del personaje con un parpadeo. Genial, una ovación para la señora, que además es el único personaje divertido de la novela, junto con el abuelo Goyo, un prodigio de sentido común de señor, que canta con un estilo buenísimo esa canción de «La Esperanza».
También nos parece un acierto la historia de amor entre Fabio y Alejandra y que por una vez no haga falta ser físicamente perfecto para que a uno le quieran, porque en la mayoría de las novelas, un hombre gordo como Fabio sólo sería un personaje cómico que, como mucho, ligaría con otra gorda, los gordos con los gordos y los flacos con los flacos y cada uno en su sitio, faltaría más, el nuevo clasismo.
LO PEOR
El personaje de Inés es, literalmente, un coñazo, un personaje sin pies ni cabeza y absolutamente superfluo. Es un misterio por qué Romina Ricci sale en los títulos de crédito como uno de los actores más importantes, por delante de, por ejemplo, Carlos Portaluppi o Adrián Navarro, que tienen papeles muchísimo más importantes y con muchísima más presencia en pantalla. Da la impresión de que Inés era un personaje destinado a tener más importancia, probablemente para separar a Bautista y Ana y que luego, con la nueva orientación de la novela, se quedó en nada, con esa relación tan rara con Bautista, con el que llega incluso a tener un sueño erótico aunque luego no se insiste más en esa vía. Inés y Octavio es que no pegan en absoluto, (Inés tiene más escenas con Bautista que con Octavio) y uno no se explica por qué se quieren y en qué se entienden, aparte de que ella sea absolutamente insoportable. Ni siquiera físicamente pegan. ¿Y de qué va vestida, con esos lazos en la cabeza que parecen repollos? Inés pasa del delirio a la sensatez de forma que nunca sabes lo que va a hacer ni si lo que siente es sincero. Un personaje afectado y fingido.
REPARTO
Facundo Arana .- Bautista Amaya
Soledad Silveyra.- Rosario Soler Madre de Juliana,
Jorge Marrale.- ÃÂstor Monserrat
Juan Gil Navarro.- Nicolás Duarte
Adrián Navarro .- Dante Mansilla
Virginia Innocenti.- Nacha (Liliana) Nogués
Mónica Antonópulos.- Ana Monserrat
Sofía Elliot.- Juliana Míguez
Carlos Portaluppi.- Fabio Pontevedra.
Julieta Vallina.- Belén Kempes Amiga de Juliana.
Fabio Di Tomaso.-Octavio Amaya
Brenda Gandini.- Agustina Amaya.
Arturo Bonín.- Manuel Amaya.
María Fiorentino.- Mirta
Silvia Kutika.- Alejandra Ferro
Mabel Manzotti.- Amanda Benítez (madre de Fabio).
Ailén Guerrero.- Ema Amaya
Romina Ricci .-Inés Bustamante Hermana de Carla, esposa de Octavio y madre adoptiva de Ema..
Patricio Contreras.- Juan Miguez
Matías Baroffio.- Joaquín Duarte
Magela Zanotta.- Andrea Sapetini
Ludovico Di Santo.- «Pato» Patricio Sabatini
Marita Ballesteros.- Helena Castell (madre de Ana).
Daniel Peyran.- Pablo»Tano» Cigliotti (Ex policía, colaborador de Bautista)
Nicolás Mateo.- Norman Trench “el loco†(Colaborador logístico de Bautista)
Jorge D’Elía.- Fiscal Eduardo Pascale
Esteban Meloni.- Martín Rinaldi
Mirta Wons.- Fiscal Marcela Urquiza.
Antonio Grimau.- Juez de instrucción
Gogó Andreu.- Gregorio (Goyo)Abuelo de Bautista.
Eleonora Wexler.- Daniela Durán
Emilio Bardi.-Proxeneta
Carlos Kaspar.- Búho Unquillo
Esteban Mihalik.- Coyote Unquillo
Marcela Ferradás.- Raquel. Hermana de Nacha, madre de Pato.
Gipsy Bonafina.- Blanca Soler Hermana de Rosario.
Pompeyo Audivert .-Quintana
Maria Gabriela Caruso.- Bárbara Chica recuperada, ex esclava sexual.
Evangelina Patiño.- Silvina Chica recuperada, ex esclava sexual.
Leonela Petri.- Lula. Chica recuperada, ex esclava sexual.
Guillermo Francella .-Claudio Kurtz .
Guillermo Gómez.- Lalo (Peón de limpieza)
Guillermo Pfening.- Mateo Ferro
Lucas Escariz.- Rodrigo (Novio de Juliana)
José Luis Alfonso: Comisario Ibáñez (Policía corrupto)
Fernando Hoffmann: Policía de Las Rositas
Alex Benn.- Abogado de Astor
Carla Crespo .- Valeria.
María Carambula.- Carla Bustamante