RESUMEN
Rita Emilia Pulido había pasado la mayor parte de sus días viviendo como la hija de la empleada del servicio. Conocedora de los deberes del hogar, excelente cocinera, dotada de una inmensa paciencia y manteniendo la tradición de su madre hoy se desempeña como interna de una familia moderna.
Por su lado, Mariana Palacio de Zuleta creció en un mundo lleno de lujos y posibilidades. Las mejores escuelas, vacaciones en el exterior y una familia llena de amor le dieron las herramientas para enfrentar el mundo ejecutivo. Creía tenerlo todo: un feliz matrimonio, una hermosa hija y un excelente trabajo en una compañía multinacional. Lo único que le faltaba era conseguir una empleada ideal a quien entregarle las llaves de su hogar.
Y así llegó Rita a casa de los Zuleta. No sólo a solucionarle los problemas domésticos sino a hacer su ama de llaves, niñera, amiga y confidente. Pero cuando la señora de casa cree tener su único problema resuelto, el de la empleada doméstica, el destino juega sus cartas y su mundo se viene abajo.
Mariana pierde su maravilloso trabajo por el cual había hecho grandes sacrificios, comienza a cuestionar su matrimonio perfecto y se enfrenta a la rebeldía de su hija adolescente. Y como si sus problemas fueran pocos reaparece Andrés, su enamorado de los años universitarios, quien regresa al país de visita sin saber que su estadía se prolongará más de lo esperado y quien llegará para poner en peligro su matrimonio con Eduardo.
Pero el destino entrará a ser de nuevo un protagonista en esta historia de amor y los sentimientos de Andrés por Mariana se confundirán cuando empiece a crecer un amor con Rita.
Andrés será el encargado de unir los mundos opuestos de estas dos mujeres llenas de historias, sueños y pasiones.
Resumen extraído de RCTV.net
NUESTRO COMENTARIO
Enésima historia de señorito educado y culto que se enamora de la doncellita pizpireta y alegre, que se salva de la absoluta vulgaridad por estar un poquito mejor escrita que la media (todas las telenovelas colombianas lo están) y por la absoluta novedad de que en este caso no hay miles de circunstancias ni personajes malvados que se encarguen de poner obstáculos al amor de los protagonistas. Aquí el único obstáculo que interfiere en el amor son los prejuicios y dudas de él, Andrés Román, que ama a la protagonista pero no se siente con fuerzas para integrarla en su vida y desafiar no sólo su propio clasismo, sino el de todos sus amigos y los de la sociedad en la que se ha criado y en la que se mueve.
La trama presenta dos mundos enfrentados, el de los señoritos y el de sus empleados de servicios, casi dos universos paralelos, entre los que se produce un poro, un escape, que hace que en un momento se encuentren, y ese escape es el amor de Andrés y Rita, un amor a escondidas, y el amor de José y el magistrado, escondido por otros motivos igualmente hipócritas. Fuera de esa crítica, visible pero no muy mordaz, el resto es previsible y absolutamente prescindible.
Un problema grave de la novela es que el protagonista, Andrés Román, interpretado por Marcelo Cezán, es un hombre normal, alérgico al compromiso, indeciso y un poco cobarde, que es tan normal tan normal… que no enamora nada en absoluto. Como decíamos en la crónica sobre el machismo publicada hace unos días en esta página, en las novelas se da la paradoja de que nos gustan hombres con los que no podríamos convivir en la vida real, pero de la misma forma, los hombres con los que probablemente sí nos casaríamos, no nos sirven cómo héroes.
Como la historia de las dudas de Andrés no da para mucho ni tiene mucha gracia, la trama se rellena con la vida y obra de los pintorescos empleados del servicio, pero también ahí pincha, todo es repetitivo y sin la menor gracia, desde Temilda y Hernan hasta el absoluto plasta de William Gula, un botarate, antiguo novio de Rita, a la que engañaba sin cesar y a la que no parecía querer nada en absoluto, pues la explotaba y no la tenía en cuenta para nada, pero que luego se vuelve tarumba en cuanto ella le deja. Aburridísimo.
Aunque, como hemos dicho, el único obstáculo entre Rita y Andrés es Andrés, nos echan encima la cortina de humo del obstáculo que supone para ellos Mariana Palacios (Kathy Sáenz), una exitosa ejecutiva amiga de toda la vida de Andrés y casada con Eduardo Zuleta (Nicolás Montero) un arquitecto, que en el principio de la novela entra en crisis profesional y personal y que se aferra a Andrés como una lapa de la forma más molesta. Mariana es, supuestamente, muy lista, y desde luego es guapísima, pero fuera de eso no tiene ninguna cualidad que la haga digna de que nadie la quiera, y por eso no se entiende muy bien por qué la aguantan, ni su marido, el encantador y buenísimo Eduardo, ni mucho menos Andrés, por lo que no se sabe muy bien cómo llega a tener tanta capacidad de estorbar a todo el mundo. Mariana es egoísta, obsesiva y defensora del clasismo más trasnochado, pero los guionistas se pasan tanto en el refuerzo de los caracteres negativos de Mariana que producen el efecto de que el espectador no se explique por qué no la mandan antes a freir espárragos.
Como Mariana es una ejecutiva de éxito, «necesariamente» tiene que ser una ama de casa calamitosa, y por supuesto una madre peor todavía, todo machista a más no poder. Pero es que Mariana es tan sumamente torpe en la casa que no se puede creer, porque vale con que hay trabajos domésticos que no son tan fáciles como parece, pero hay otros para los que no se requiere precisamente una maestría industrial, como por ejemplo fregar los cacharros. Hay una escena en la que, por supuesto, Mariana causa un desastre en la cocina y todo se salpica de grasa, y Mariana es incapaz de limpiar lo que ha ensuciado, de forma que llega a estar varios días viviendo en ese zafarrancho sin encontrarle solución. Que nosotros sepamos la torpeza en la cocina y la guarrería no van necesariamente unidas. De la misma forma, Mariana es una madre horrible, pero es una madre horrible porque está ensimismada en sus problemas y en sus cosas y no le importa nada fuera de ella misma, pero no porque no le haga la comida a Catalina (que ya tiene edad para hacerse la comida ella solita, pero esa es otra historia)
Pero no sólo Andrés no sabe inexplicablemente qué hacer con Mariana, es que Rita, víctima del síndrome de Estocolmo, no hace más que hablar de «la doctora» por aquí y por allá, como si le debiera la vida por haberle dado trabajo. Rita está verdaderamente obsesionada con Mariana, e incluso le importa lo que ella piense más que lo que piensa Andrés, hasta el punto de que la escena final de la novela está protagonizada por Mariana y Rita…todo muy raro.
El personaje de Rita es un poquito diferente a los habituales, para empezar porque Rita no es símplemente una asistenta, Rita es una profesional del servicio doméstico, que todo lo hace bien, con orgullo y pundonor, pero también porque se supone que es una niña que ha vivido mucho, y ha visto mucho, una vieja en cuerpo de joven, con una sabiduría, una aceptación de la realidad y de la gente impropia de su edad. Y decimos que «se supone» porque Rita pasa de ser una niña-vieja, a ser absolutamente imbécil, con William Gula y con Mariana. Nos presentan a Rita como una persona que es capaz de ser feliz porque quiere lo que tiene, para diferenciarlo que tener lo que quiere, pero el hecho de que una persona buena no espere lo malo de los demás, a pesar de haber recibido poco bueno, no casa muy bien con algunas actitudes de Rita. Si Rita es perfectamente capaz de analizar, de «ver» a Andrés, a Eduardo, a su hermana Nina y a ella misma ¿por qué no se percata de qué va la fiesta con William y sobre todo con Mariana?¿Qué le debe Rita a Mariana para estarle tan agradecida, cuando Mariana la trata como a un perro? Es verdad que Mariana la ayuda al principio, pero por motivos totalmente egoístas, y el resto del tiempo la menosprecia y la trata como a una esclava. Es verdad que en la filosofía de Rita ella le está agradecida a Mariana porque ha hecho algo por ella, independientemente de los motivos que ésta haya tenido para ayudarla, pero es que la única persona que de verdad trata a Rita como un ser humano es Eduardo Zuleta y Rita nunca llega tener con él esa actitud tan perruna.
De los hombres de la novela, el único que merece la pena es Eduardo, interpretado magníficamente por NIcolás Montero, aunque también Eduardo tiene un ojo horrible con las mujeres, y pasa de estar enamorado de una mujer insufrible a estar liado con otra igualmente insufrible. Tanto Eduardo como Andrés, que se supone que son liberales y bastante correctos con todo el mundo, se relacionan con mujeres no sólo clasistas, sino absolutamente descorteses y maleducadas, sin que de sus labios (salvo una vez Andrés) salga ni el más mínimo reproche, algo verdaderamente irritante.
Pero si Mariana es irritante, ¡qué decir de Catalina Zuleta, la hija de Eduardo y Mariana! Porque supuestamente Mariana es uno de los personajes negativos, ¡Pero a qué mente calenturienta se le ha ocurrido poner a Catalina como un personaje positivo de la novela!¿Alguien le puede encontrar ni la más puñetera gracia a esta niña? Catalina es tan clasista como Mariana, es egoísta, egocéntrica, manipuladora y usa a la gente, no escucha nada que no le gusta, y la actriz, a la que dieron inexplicablemente el premio «India Catalina» a la mejor actriz revelación por este papel, es repetitiva, histriónica y en una palabra, hartante. Pero en la obra se supone que Catalina es muy graciosa, esos típicos personajes cuya supuesta gracia está en que no deja hablar a nadie y hace muchos gestos. Se supone que Catalina cambia mucho porque pasa de tratar a Rita como un mueble a ser muy amiguita, pero con su siguiente empleada, Elvira, el comportamiento de Catalina es atroz, y su reacción cuando Nina se prueba algo de su ropa, no queriendo volverla ni a tocar, ni incluso después de haberla lavado, es impresentable, por no decir nada de cómo llega a utilizar al pobre Samuel. Con sus padres es metijosa e imprudente, y la cantidad de explicaciones que sus padres le dan sobre su propia vida son absolutamente inadecuadas. La niña es una plasta con todas las letras.
LO MEJOR
Dirán que es una frivolidad, que lo es, pero lo mejor de la novela es el pelo absolutamente precioso, de Nicolás Montero. Una maravilla.
A Nicolás Montero le hemos visto hace poco hacer el papel de repugnante Javier Macías en «La Hija del Mariachi» una novela posterior en el tiempo, En esta novela está bastante más delgado, y un corte de pelo, diferente que le favorece muchísimo más.
LO PEOR
Además de todo lo dicho, lo peor es que no hay ni la más mínima química entre Martina García y Marcelo Cezán, la novela transmite pasión cero, además de que se den el primer beso, una birria, como en el capítulo 50 y no vuelven ni a mirarse hasta el capítulo 100 por lo menos, en otra escena de amor digna de los Teletubbies.
La forma en la que tanto Rita como Alejandra se visten para ir a la oficina. No hay quien se crea que las empleadas colombianas van a trabajar de esa guisa en una oficina seria.
Las escenas en las que Lucía Mayorga canta, que canta absolutamente fatal.
REPARTO
Andrés Román Viteri.- Marcelo Cézan
Rita Emilia Pulido.- Martina García
Eduardo Zuleta .- Nicolás Montero
William Stevenson Gula.- Ramiro Meneses
Mariana Palacio de Zuleta.- Kathy Sáenz
Candelaria ‘Candela’ Guerrero- Stefanía Gómez
Jose Chipatecua.- Diego Cadavid …
Usnavy Copete.- Ira Frontén …
Temilda Olarte.- Claudia Rocio Mora …
Hernán «Hernancho» Canchón.- Tiberio Cruz …
Alejandra Cuervo .- Adriana Silva …
Catalina Zuleta Palacio.- Maria Cristina Pimiento …
Felipe ‘Pipe’ Iregui.- Juan Camilo Hernandez (Juan Hernandez)
Santiago Roman.- Jaime Santos …
Margarita.- Luz Mary Arias …
Samuel.- Juan Manuel Gallego
Ofelia.- María Margarita Giraldo …
Paloma Mayorga Roman.- Alejandra Hayek …
Lucia Mayorga Roman.- Lyda Mezinger …
Silvia de Iregui.- Liesel Potdevin …
Abel.- Edgardo Román …
Lucas.- Diego Vélez …
Ramiro Aldana.- Ricardo Vélez …
Ernestina «Nina» Pulido.- Carmen Villalobos (Yorley Villalobos)