RESUMEN
Un concurso televisivo cambia las vidas de Eva Alonso y Felipe Castillo, colocándolos en el tortuoso camino del amor…
El destino une a Eva y Felipe de una manera muy poco convencional: haciéndolos concursantes de un programa de televisión. Los dos llegan allí por razones similares.
Eva, una chica bondadosa y responsable que trabaja en el modesto negocio de comida de su familia, está desolada porque descubre que su novio, Eduardo, no es lo que ella pensaba, sino un jugador mentiroso y canalla que ha robado el dinero de la empresa familiar, llevándola a la quiebra. Y Felipe, un joven irresistiblemente apuesto perteneciente a una familia millonaria, ha tomado malas decisiones financieras y despilfarrado su herencia, encontrándose ahora en una situación económica desesperada.
El lanzamiento de un programa titulado «Cazando un Millonario» les ofrece a ambos la oportunidad de resolver sus problemas de dinero. La mecánica del show presenta a un soltero millonario como futuro marido, quien debe escoger a una de cinco aspirantes para hacerla su esposa. Lo mejor de todo es que, al casarse, la novia recibirá un gran premio de cien mil dólares en efectivo.
A pocos días del estreno, los productores del programa están desesperados porque no encuentran a un candidato rico que esté dispuesto a casarse de esta manera. Es entonces cuando Gustavo, el mejor amigo y socio de Felipe, lo convence de que se presente, ocultando la verdadera situación de sus finanzas. Como todo el país conoce su apellido, jamás imaginarán que ya no es millonario. Gustavo insiste en que una vez que tenga en sus manos los cien mil dólares de premio, a los cuales tendrá acceso como parte del patrimonio conyugal, podrá invertirlos bien y comenzar de nuevo. También le aconseja que escoja a la candidata más tonta y manejable, para que le sea fácil convencerla de que le entregue el premio.
Por su parte, Eva está renuente a prestarse para algo así, pero la ruina de su familia la empuja a ponerse en esa situación desagradable.
Así comienza una fascinante historia de amor y conflicto. Felipe escoge a Eva, de la que se ha enamorado pero a la que de igual forma pretende utilizar y el matrimonio se lleva a cabo ante los ojos del país entero. Lo que no se imagina la nueva pareja es que las reglas del concurso exigen que vivan juntos por lo menos un año antes de recibir el dinero del premio en presencia de las cámaras. Durante ese año crucial, un profundo sentimiento va creciendo entre ellos, a pesar de los innumerables obstáculos puestos por Valentina, la malcriada y codiciosa prometida de Felipe, quien forma una alianza con el sinvergÁ¼enza de Eduardo para destruir la felicidad que Eva y Felipe encuentran por azar. Pero nada logra interponerse entre los enamorados, y Eva y Felipe descubren que aunque fue la suerte que los unió, el amor los mantendrá juntos para siempre…
NUESTRO COMENTARIO
«Cazando un millonario» es una novela irregular, con momentos memorables y otros que generan en el espectador unos ronquidos dignos de que se midan en la escala Richter (la de los terremotos).
Quizá esta diversidad de tonos y grados de interés se deba a que es una coproducción peruana-venezolana y la parte venezolana, además de imponer su «estrella» femenina, también propuso o impuso a Yahaira Orta (por cierto, cómo está la señora de guapa) como protagonista de una trama secundaria absolutamente plúmbea y sin interés, pero que como ella es la tercera que sale en los títulos de crédito, tiene metros y metros de metraje, que a ojos del espectador desinteresado de las peleas entre la señora y su atravesada hija, e igual de desinteresado de su amor con el blandengue y machista Miguel, le parecen kilómetros de travesía en el desierto.
Diego Bertie demuestra que es un actor todo terreno, que domina tanto el tono cómico como el dramático. Bertie, además de estar cañón de bueno en esta novela, le da profundidad al personaje y ya les avisamos de que Bertie no es de esos «besadores pasmarote», sino que el chico besa bien, y además mueve las manos, como debe ser.
¿Y la pareja protagonista? Pues bien, gracias. De Bertie ya hemos dicho que nos parece que está muy bien, y Fabiola Colmenares también está bien, aunque no podemos dejar de comentar la voz tan refea que tiene, de esas de las que dan ganas de toser, que no le pega nada a un personaje pretendidamente dulce y confiado. Pero no queremos criticar a Fabiola, porque el problema de la pareja protagonista es, sencillamente, que no pegan ni con cola. El oficio de los dos actores no deja que este problema pase a mayores, pero el efecto es que Eva y Felipe en ningún momento son una pareja memorable. La situación se agrava porque pegasen o no, tampoco tienen grandes escenas. La escena en la que se conocen es, sencillamente, malísima, y luego Eva y Felipe se enamoran porque sí, sin contar con que en los primeros 40 o 50 capítulos deben tener una o dos escenas juntos, y les aseguramos que no son escenas especialmente significativas.
Pero el mayor problema de Eva, es su familia. Es hija de un emigrante español (emigrante de la miseria, por si se nos ha olvidado nuestro pasado, no exilado político) Paco Alonso y de una emigrante francesa, Juliette Petichon. A los españoles nos debería empezar a preocupar la imagen que damos en el mundo, porque en cualquier telenovela en la que sale un español, el personaje tiene una capacidad verbal escasamente por encima del hombre de Atapuerca, y un vocabulario reducido a las preposiciones (sí esas de a ,ante, cabe, bajo…) y los tacos, tacos por doquier, tacos a toda hora, como si no fuésemos capaces de pronunciar ninguna palabra que no sea un taco. Además de los tacos, Don Paco es un asno con afición al tintorro y un machista. En realidad el hombre es un inútil que no sirve para nada, más que para ladrar, pero las mujeres de su casa le cuidan, le protegen y le ahorran cualquier sinsabor, y él se queda ahí tan campante, sin enterarse de nada, como si en la casa entrara el dinero del aire. él se pasa la vida suspirando por su tasca, suponemos para estar todo el día hablando con los clientes mientras las mujeres de su casa curran. Y por si no fuera suficiente que el hombre fuera un zorrocotronco y un bocazas, resulta que se empeña en que su niña, a la que supuestamente adora, se empareje con el antiguo novio, un sinvergÁ¼enza y un ludópata, que los ha dejado en la calle, con el argumento peregrino de que «ya les ha pedido perdón». Sin necesidad de ser tan pija y tan snob como Gisela, la madre de Felipe, a mi también se me abrirían las carnes de sólo pensar en emparentar con Don Paco. Alberto Isola se las apaña bastante bien con el ceceo hispano, aunque alguna vez se le escapa una «ese» donde no es. Para compensar, a los editores también se les va la olla en algún momento y llegan a escribir Alonso con «z»
Aparte de Don Paco, la familia Alonso está compuesta por:
– Juliette, la madre, una persona bastante sensata aunque con un acento francés tan exagerado que resulta cargante. Toda la familia de Juliette, las Petichon, se han dedicado históricamente a la cocina, y tienen el don de que su estado de ánimo se refleje en la comida que cocinan, una idea copiada de la novela «Como agua para chocolate» que salvo en dos o tres detallitos se olvida a los tres minutos y no se explota.
– Los hermanos, Silvia, la única que se salva, aunque tiene la maldición de Cassandra, porque aunque diga la verdad nadie la cree, la hermanita Lorena, un pedazo de carne con ojos, y el hermanito Miguel, un petardo y un machista como papá pero con un aspecto un poco menos tosco, y que es el protagonista de una de las tramas absolutamente prescindibles de la novela.
Supuestamente (los que nos conocen saben que si empezamos la frase con un supuestamente, es que vamos mal). Supuestamente, decimos, la novela también va de la venta de la intimidad en pos de la fama, del carácter mercenario de los productores de televisión, de su cinismo, falta de escrúpulos y capacidad de manipulación, del pan y circo para mantener calmada a la plebe. Y decimos lo de «supuestamente», porque aunque el mensaje está ahí, está contado de una forma tan infantil, sin chispa, plana, repetitiva y tediosa, que el espectador entra fácilmente en estado vegetativo mientras contempla semejante rollo.
El personaje de Felipe es inteligente y lúcido, pero equivocado, en parte por la educación que ha recibido. No ha trabajado en su vida y valora lo que no tiene valor. Aunque Felipe sea bastante inútil, la verdad es que su madre, que no es ninguna tonta, le dice unas verdades como puños, o sea, da la impresión de que Felipe ha vivido privado de amor, pero no precisamente de buenos ejemplos.
Eva, sin embargo, es bastante simple. Pasa de las manos de un embaucador a las manos de otro, aunque este otro sea nuestro Felipe, sin solución de continuidad. En su descargo diremos que Eva carga con una responsabilidad que no le corresponde, la carga de esa familia tan plasta. Fuera de que es una buena chica, en todo lo demás, el personaje de Eva es bastante aburrido.
Como es habitual, sabemos lo que Eva ama de Felipe (es guapo, listo, caballeroso…y rico), aunque esté equivocada y Felipe sea un tramposo, pero no entendemos qué ama Felipe de Eva, pero claro, tampoco sabemos qué amaba Felipe de Valentina antes de enamorarse de Eva. Felipe y Valentina sólo tienen en común la clase social y Eva y Felipe ni siquiera eso.
LO MEJOR
Además de Bertie, Valentina, la novia de Felipe, interpretada por Evelyn Santos, es un personaje sencillamente de mondarse, de los de reirse a mandíbula batiente. Valentina es tan pija, tan descerebrada pero a la vez astuta, tan manipuladora y tiene unos parlamentos tan tan buenos, que hay escenas enteras que consisten en que ella hable consigo misma y no hace falta más. El personaje de Eduardo Zamora es de suicidarse de lo plasta que es, pero cuando están los dos juntos menuda pareja.
A la madre de Felipe también hay que echarle de comer aparte. Una sátira de la alta sociedad peruana, qué cosas dice la señora, qué lista y despiadada. Graciosísima.
LO PEOR
Toda la trama de Carolina y su madre, la peluquería, Pedrito… El estilo capilar de al actriz que hace de Carolina es horroroso, con ese pelo del color de esos zumos que se hacen con polvos y que no tienen parecido con el color de ninguna fruta de este mundo, qué digo de este mundo, de esta galaxia. Carolina empieza con el pelo de un color naranja brillante, con unos brillos que parece de charol o jarabe para la tos que le hace parecer un basilisco, pero cuando abandona el color, el cambio va acompañado de un corte de pelo absolutamente horrendo, como si le hubiesen puesto una ensaladera en la cabeza y hubieran cortado lo que sobra. Corte a la taza, le llamamos aquí.
REPARTO
Diego Bertie.- Felipe Castillo Blanco
Fabiola Colmenares .- Eva Alonso Petillon
Yajaira Orta.- Asunción Chávez
Evelyn Santos .- Valentina Zuloaga Coll
Alberto Isola.- Francisco ‘Paco’ Alonso
Paul Vega.- Eduardo Zamora
Els Vandell .-Juliet Petillon de Alonso
Javier Valdés.- José Luis Romero
Carlos Carlín .- Gustavo Adolfo Ruíz
Fiorella Cayo .- Alicia Díaz
Fernando De Soria .- Wilmer
Denisse Dibós.- Carolina Chávez
Jesús Delaveaux .- Pedrito
Cécica Bernasconi .- Mimi Santana
Gonzalo Revoredo .-Miguel Alonso Petillon
Erika Villalobos .- Silvia Alonso Petillon
Myriam De Lourdes .- Gisella Blanco de Castillo
Rodrigo Sánchez Patiño.- Guillermo
Carlos Cano de la Fuente.- Superintendente
Carlos Alcántara .- Nero
Matías Brito.- Roberto Capriatti
Cecilia Montserrate .- Chenchu
María Inés Cerdeña .- Lorena Alonso Petillon
Denise Moscol .- Daniela
Mercy Bustos.- Menchu
Arturo Pomar.- Taxista
Marcelo Oxenford .- Diseñador
Cecilia Rechkemmer .- Enfermera de Valentina