RESUMEN
Laura Cazenave es abogado e hija de los dueños de los laboratorios Cazenave. Está casada con Fernando Salazar, que dirige los laboratorios tras la muerte en accidente de los padres de Laura. El matrimonio vive con los dos hermanos menores de Laura, Pablo y Soledad. Agustín Rivero es perito psiquiatra forense. Laura y Agustín se conocen por casualidad en un juicio, y se sienten atraídos el uno por el otro al instante, sin embargo, el matrimonio de Laura no está pasando por su mejor momento y ella no tiene tiempo ni ganas de involucrarse en ninguna historia amorosa. El problema es que las circunstancias les hacen coincidir una y otra vez, Soledad Cazenave requiere tratamiento psiquiátrico y sólo confía en Agustín. Progresivamente, Laura se va dando cuenta de que necesita resolver su relación con Fernando.
Al margen de sus problemas amorosos, algo muy misterioso está ocurriendo en los laboratorios Cazenave sin el conocimiento de éstos ni de Fernando. Cuando Fernando lo descubre ya está atrapado en la red tejida por Virginia, su secretaria y Román Machado, el director técnico. Una secta está utilizando las instalaciones del laboratorio para sus perversos fines.
Poco a poco, Laura, Agustín y todos sus amigos se van viendo envueltos en una conspiración cuya amplitud y alcance ellos ni siquiera sospechan. Sin saberlo, quedaran atrapados en un mundo de traiciones, muerte y ambición, al que enfrentarán con valentía. Laura y Agustín lucharán denodadamente para desenmascarar el mal. Aún a costa del amor y la pasión que los une. Aun a costa de sus propias vidas. Solos contra un gigante. Las garras de la ambición son difíciles de vencer y la telaraña urbana del mal logrará envolverlos. Quizás el odio gane esta vez la batalla final. Tal vez el amor de Laura y Agustín, pueda más que la muerte.
Resumen parcialmente extraído de Telenovelas Argentinas
NUESTRO COMENTARIO
Por alguna extraña razón, las dos cadenas principales argentinas Telefé y Artear eligieron en 2004 el tema de las sectas satánicas como línea argumental de las novelas «Culpable de este amor» y «Padre Coraje», un empacho de satanismo que hubiera venido más a cuento en el año 2000, coincidiendo con el fin del milenio, aunque el tratamiento no fue similar.
Esta telenovela comienza con la llegada de Laura Cazenave (Gianella Neyra) a su casa una noche. En la puerta, casi atropella a Agustín Rivero (Juan Darthés) que sale en estampida de la casa, y aunque Laura le llama, él no se detiene. Al entrar Laura en la casa, encuentra el cadaver ensangrentado de Fernando, su marido, en el suelo del estudio y Laura grita. Hay un flash back y retrocedemos 3 meses en el tiempo, hasta el día en que Laura y Agustín se conocieron en los tribunales. Ese día, Laura y Agustín se ven por primera vez en el bar y se lanzan unas miradas magnéticas, con lo que el espectador se anima bastante pensando que la novela va a derrochar amor y pasión, al poco rato, resulta que coinciden en un juicio en el que Laura es el abogado defensor en un crimen pasional y Agustín un perito que va a testificar sobre la cordura del acusado y se produce una escena absolutamente bochornosa en la que Agustín se porta como un troglodita y desafía o provoca a Laura preguntándole algo así como que si ella no sabe lo que es la pasión, él se ofrece a demostrárselo. Como comprenderán, la opinión de que el comportamiento machista de Agustín es bochornoso es toda nuestra, ya que en la acción únicamente se considera ligeramente provocativo, como si a cualquier mujer profesional no le tocara soberanamente las narices el hecho de que en plena actividad profesional un imbécil se ponga vacilón.
Pasado este momento, la novela mejora y la relación va avanzando a trompicones. Gianella Neyra, que está guapísima como Laura, tiene de vez en cuando unas tendencias un poco histéricas, que en parte se justifican porque, por un lado, su vida ha sufrido un cambio brusco, al perder a sus padres, una pareja ejemplar y muy querida, de forma repentina y haberse tenido que hacer cargo de sus hermanos, Pablo, un joven de unos 20 años que estudia Químicas, y Soledad, de unos 12 o 13, y por otra parte, porque está casada con un petardo llorón, el tal Fernando, un sujeto bastante patético, al que no se sabe por qué, le ha ofrecido el puesto de director de los laboratorios Cazenave, el origen de la fortuna de la familia. Y decimos que no se sabe por qué porque el tal Fernando es un zoquete al que le engañan sus empleados debajo mismo de sus narices. Aunque Fernando engaña a Laura con su secretaria Virginia, una tía bastante siniestra, cuando Laura se decide a dejarle, Fernando se resiste muchísimo y da una lata que no veas.
En los laboratorios Cazenave ocurren cosas rarísimas, encubiertas por Virginia y Román Machado el director técnico de los laboratorios. Sólo Roberta, la antigua secretaria de Don Rómulo Cazenave, sospecha de que hay algo raro, pero Roberta sufre del mal de Casandra y nadie le hace ni puñetero caso. Pronto sabremos que lo que traman Virginia y Román es la investigación sobre una droga que logra controlar la voluntad, y que sus planes son mucho más ambiciosos de lo que parece, ya que pertenecen a una secta-satánica-mesiánica, dirigida por un importante hombre de negocios, Víctor Musad, que espera el advenimiento de un redentor, que resulta que es el niño que está esperando Gabriela, la novia de Gastón Rivero, el hermano de Agustín. Poco a poco vamos averiguando que todos los personajes están involucrados de un modo u otro. Hasta el servicio está involucrado, y es que uno no puede ya estar tranquilo ni en su casa.
Agustín Rivero trabaja en el hospital del Dr Marcos Soler (Raúl Taibo), que está casado hace muchos años con Julia (Silvia Kutika). Aunque es un matrimonio que se ama y se lleva muy bien, no han tenido hijos y quieren adoptar uno. Como parte del complot, acaban siendo los guardianes custodios del niño éste que anuncia el advenimiento de una nueva era y que tiene poderes para cerrar las puertas con la mente, una especie de Damien recién nacido.
¿A que todo esto les parece misterioso y que da hasta cierto miedo? Pues la verdad es que no lo es, por culpa principalmente de la construcción de los personajes, la repetición de las situaciones y un exceso de incongruencias que distraen bastante la atención y joroban el misterio.
Para empezar, no se explica muy bien por qué, si Agustín Rivero es un psiquiatra con una posición acomodada, su hermano Gástón es prácticamente un pobre de pedir, que no se quita la camiseta ni para un remedio y vive en una casa sin agua corriente. Y cuando decimos que no se explica muy bien lo que queremos decir es que no se explica absolutamente nada. Gastón es la oveja negra porque sí y basta, ni tiene trabajo ni sabe hacer nada de nada. Agustín vive con Consuelo, la mujer que los crió a los dos hermanos cuando murió su madre, mientras que Gastón vive con una chica monísima y con aspecto de modelo, Gabriela, a la que no se sabe desde cuándo conoce porque no paran de dar versiones contradictorias. A pesar de la pinta espectacular que tiene Gabriela, resulta que es una chica humilde que no tiene donde caerse muerta ni sabe dar un palo al agua, por lo que tiene que aguantar que Gastón la trate a zapatazos aunque está embarazada y la tripa le llega a la boca. Gabriela tiene una pesadilla recurrente en la que sueña que la violan, y los espectadores vamos averiguando que sí que el sueño ocurrió y que lo que pasó es que Gastón se la prestó a Musad para que la embarazara en una fecha señalada por los astros y así diera vida al heredero. Cuando el niño nace, le dicen a Gabriela que se ha muerto y con la complicidad de un médico muy importante, también de la secta, se lo quitan. El resto de la novela Gabriela se las pasa piando por su niño.
De repente, sin ton ni son, a Julia, la pediatra esposa de Marcos Soler, pasa de ser una mujer encantadora enamorada de su marido y justamente correspondida, se le va la pinza y se convierte en una loca obsesiva, y lo que es peor impertinente, que deja en ridículo a su marido con su obsesión por ser madre, lo que da pie para que Marcos caiga en las redes de otra de la secta Verónica, que le persigue de la forma más descarada, pero que también se acuesta con Gastón. Al mismo tiempo, aparece Jimena, la hija de Roberta, un personaje tan insoportable y estomagante como Julia (ambos nombres con jota, en un derroche de originalidad), que es investigadora en temas de sectas, quiere escribir un libro, y que, también como Julia, no tiene ningún sentido de la medida y se dedica a perseguir a Agustín hasta, literalmente, el cuarto de baño.
Entre dimes y diretes, chicos drogados que son obligados asesinar a unos y otros por la secta, caras de disgusto de Roberta, de Jimena dando por saco, conspiraciones de Virginia…. llegamos otra vez a la famosa escena de la noche en que Laura llega a su casa y entra en el estudio y descubre el cuerpo de Fernando, sale corriendo, se pega un talegazo con el coche, del que la salva Agustín y pierde la memoria. No recuerda que se ha enterado de que Román Machado es malo y no recuerda haber visto el cadaver de Fernando, pero es que el cadaver resulta que desaparece…Y ya no les destripamos más. A partir de aquí hay vueltas y revueltas, descubrimientos sobre los alcances de la secta, que invade todos los estamentos sociales lo que desanima bastante a nuestros héroes, que nadie sabe cómo se las van a arreglar para acabar con esto.
Un problema gordo de la novela es que el malo-malísimo, el supuestamente todopoderoso y magnético Víctor Musad, da más risa que miedo. Va constantemente vestido con una cazadora y una gorrilla que parece Felipe el de la zarzuela «La Revoltosa», constantemente estás esperando que se ponga a cantar «Mari Pepa de mi vidaaaa». A diferencia de Manuel Costa, el malvado intendente de «Padre Coraje», interpretado magistralmente por Raúl Rizzo, Víctor Musad parece un chispero
Tampoco el resto de los personajes llegan a estar totalmente conseguidos. Agustín Rivero es un personaje bastante insulso, y su comportamiento en los juicios deja bastante que desear, porque no se crean que la primera escenita es la única que hay, luego hay otra incluso peor, en la que él es el acusado, y se pone a contar a diestro y siniestro el amor que siente por Laura, dios bendito qué vergüenza. Lo mejor que tiene Agustín es el cuerpo y la cara de Juan Darthés, pero es que tampoco sabemos qué le pasa a Darthés en las novelas, que ni se peina ni se afeita lo que le hace tener un aspecto patibulario que no pega nada con su personaje de psiquiatra ni mucho menos con su personaje de polista, el rico y seductor Bautista Benegas de «Se dice amor». Juan Darthés siempre lleva unos pelos como si se hubiera acabado de levantar de la cama, un auténtico nido de monas. A eso se junta que tiene una barba oscurísima, y aunque los horarios de rodaje se prolonguen, quizá debería afeitarse dos veces y no ir por el mundo con ese aspecto de Pedro Picapiedra.
LO MEJOR
Las escenas de Agustín y Consuelo, la señora que vive con él, divertidas y tiernas; Gabriela la mujer de Gastón, que es una pesada pero que es monísima aunque tampoco se peine nunca; las coletas con las que sale Pablo, el hermano de Laura; una escena en la que Agustín y Laura se están besando y cuando Agustín trata de levantarla en vilo resulta que no puede con ella y casi se esmorra; el pelo de Gianella Neyra, una maravilla (también es una maravilla el tipo que tiene la gorrina de ella). Lorena Villalba, la policía amiga de Agustín, aunque esté horrorosa con la gorra del uniforme y le salgan unas orejas de soplillo, es una tía lista, sincera, honesta, y una buena policía. La canción de la entrada, cantada por Guadalupe Alvarez Luchía, y también la presentación de los títulos en la que Darthés sale bien peinado, por una vez (en esta novela estamos obsesionados con el pelo). La criada Sarita que habla en guaraní.
Os la dejamos para que disfrutéis.
LO PEOR
El hecho de que siempre recurran a lo mismo cuando no saben qué conflictos crear para alargar el argumento hasta el aburrimiento. Tanto Laura como Agustín dan con sus huesos en la cárcel, Laura y Consuelo tienen sendos accidentes de coche, y cosas así. Demasiada cárcel, demasiados accidentes y poca imaginación. La trama del pretendiente mujeriego de Consuelo, que es una imbecilidad que no viene a cuento en una novela con un tono pretendidamente tan dramático. El hecho de que insinuan cosas de las que no se vuelven a acordar en absoluto o que, en caso de acordarse, han pasado cientos de capítulos sin que se volvieran a mencionar, como la enfermedad de Soledad.
REPARTO
Agustin Rivero.- Juan Darthés..
Laura Cazenave.- Gianella Neyra
Virginia Marvin.- Gloria Carra
Román Machado.- Rafael Ferro
Marcos Soler.- Raúl Taibo
Julia.-Silvia Kutika
Gastón Rivero.-Pepe Monje
Lorena Villalba.-María Carambula
Consuelo.- Graciela Pal
Roberta.- Lucrecia Capello
Jimena .-Betina O´Connell
Diana.- Magela Zanotta
Leonora Balcarce.. Gabriela
Pablo.- Mariano Bertolini
Verónica .- Sabrina Garciarena
Soledad .- Catalina Artusi
Fernando Salazar.- Mauricio Dayub
Victor Musad.- Ramiro Blas
Lurueña.- Marcelo Melingo
Clara Salcedo.- Julieta Novarro
Sarita.- Loren Acuña
Adrián Salazar.-Pompeyo Audivert
Arnoldo.- Juan Carlos Puppo ..
Franco.- Adrián Navarro
FICHA TÉCNICA
Autores: Daniel Delbene – Oscar Ibarra
Colaboración autoral: Gabriela Beccaglia – Ana Goldenberg
Sonido: Daniel Castronuovo – Peto Lanza
Iluminación: Juan Lira – Carlos Echenique
Vestuario: Carolina Domenghetti
Ambientación: Roberto Ambrosini – Mercedes Gumbold
Escenografía: Julio Bangueses – Stella Dorsi
Musicalización: Martín Aramune
Casting: Claudia Zaefferer
Producción Técnica: Claudio Kryksman
Post- Producción: Martín Borrillo – Alejandro Luccioni
Producción: Martín Colombo – María José Fuentebuena – María José Figueroa – Nano Benitez
Asistente de Dirección: Omar Aiello – Mariano Ruiz
Coordinación de Producción: Rita Fusaro
Producción Ejecutiva: Rodolfo Stoessel
Dirección de Exteriores: Gabriel De Ciancio
Dirección: Federico Palazzo
Capítulos: 205 x 60′
Tema de apertura Culpable – Guadalupe Alvarez Lucchia