RESUMEN
Aunque ni Milagros ni José Antonio son responsables de los sucesos que enfrentaron a sus familias en el pasado, se debatirán entre ser fieles al amor que los une o al mandato familiar de odio y venganza. Así, esta es una historia de amor que un juramento de venganza convierte en un amor imposible.
Milagros es la hija natural de un poderoso empresario, Rafael De La Torre, y de la empleada de la casa, quien temiendo que le exigiera abortar, huyó de él y se refugió en un convento. Allí nació Milagros. Su madre murió al dar a luz y la niña fue criada por las monjas sin saber quién era su padre. Al cumplir veinte años, Milagros se instala en Lima, en una pensión. Persigue dos grandes sueños: encontrar a su familia y al hombre con el que sueña. Ambos deseos se cumplen; pero no por ello consigue la felicidad. Por el contrario, ambos episodios iniciarán sus enormes desventuras.
La familia de José Antonio, los Echevarría, fue asesinada cuando él era aun un niño. Sólo él y su tía Raquel lograron sobrevivir a la masacre. Enterados que ésta fue ordenada por la familia De la Torre – socios de los Echevarría – con el fin de apoderarse de todos sus bienes, hacen un juramento de venganza frente a los cadáveres de sus padres y hermanos y prometen destruir a todos los miembros de la familia asesina.
Veinte años después, José Antonio, convertido en un atractivo abogado, ingresa a la familia De La Torre como asistente de Lucrecia De la Torre adoptando una falsa identidad. Desde allí, José Antonio empezará a consumar su venganza dirigido por su tía Raquel. Su intención principal es la de destruir el imperio de Mistral y dejar a la familia en la ruina tanto económica como moral.
Rafael De La Torre siente remordimientos por la hija que abandonó sin conocer. Pero cuando decide iniciar su búsqueda, es víctima de un atentado. Rafael, agonizante, le pide a su abogado, Gerardo Bellido, que busque a la hija que tuvo veinte años atrás y determina que su testamento debe ser leído cuando la encuentre. Lucrecia, quien es la autora del atentado, empieza a odiar a esta hija natural desde antes de conocerla. Gerardo Bellido logra encontrar a Milagros y la lleva a la casa de la familia De La Torre.
Allí, la joven vivirá con Lucrecia y su familia, quienes le harán la vida imposible. Y encontrará a José Antonio, el hombre de sus sueños. No sabe que al ser una De La Torre se ha convertido en el blanco de la venganza de Raquel y de José Antonio. Pero José Antonio tampoco sabe que al seducirla, se enamorará sinceramente de la dulce Milagros convertida en heredera universal de todos los bienes de Rafael De La Torre.
José Antonio le cuenta la verdad a Milagros, le revela que se casó con ella para vengarse. La ama, pero no soporta que sea una De La Torre. Entre el amor y el odio, opta por abandonarla.
Milagros se repone del enorme dolor y se transforma: de la dulce e ingenua muchacha soñadora surge una Milagros ejecutiva que toma las riendas de la empresa que está al borde de la quiebra.
José Antonio se da cuenta de que ha vivido equivocado toda su vida. Pelea con Raquel y busca acercarse a Milagros con el fin de reconquistarla, esta vez por amor. Pero Milagros no lo perdonará fácilmente. Ahora será ella la que odia y no puede olvidar. Así como se entregó tan fácil y confiadamente al amor de José Antonio, así se negará sistemáticamente a perdonarlo y a olvidar.
Los desencuentros amorosos entre ambos terminan cuando ambos se perdonan mutuamente y se juran amor eterno en el altar como clara muestra del triunfo de la vida sobre la muerte, del amor frente al odio, del perdón frente a la venganza.
Resumen extraído del Foro de Milagros
NUESTRO COMENTARIO
La telenovela empieza con la masacre de la familia Echevarría por orden de Lucrecia de la Torre, durante la boda de Raquel Echevarría con John Wilson, en unas escenas bastante bien rodadas y que dan verdadera angustia. Los asesinos, dirigidos por un tal «Jaguar», no se conforman con matarlos, sino que también violan a Raquel. Paralelamente a la matanza, vemos cómo la familia de la Torre está celebrando el bautizo de los hijos de Lucrecia, a la que no se le mueve un pelo sabiendo que en ese mismo momento están matando a sus socios, a los que quiere muertos para quedarse con todo el negocio (originariamente unas bodegas de producción de pisco). En la casa de los Echevarría, por un error de los asesinos, quedan vivos Raquel y su sobrino de 10 años José Antonio, que juran no descansar hasta vengarse de toda la familia de la Torre. Por un descuido, una criada de la casa, Chachita, se entera de que Lucrecia ha mandado matar a los Echevarría y se lo dice a Rafael de la Torre, hermano de Lucrecia y dueño de todo, con el que mantiene una relación amorosa.
20 años después, José Antonio aparece en la vida de los de la Torre, y con el nombre de José Antonio Wilson entra a trabajar de abogado y asistente personal de Lucrecia de la Torre. En el tiempo transcurrido, la pequeña bodega se ha convertido en un imperio empresarial, «Mistral» que preside Rafael de la Torre y en el que su hermana Lucrecia tiene una participación muy activa. Tanto ella como su marido, Benjamín, y sus hijos Fernanda, Lucía y Sebastián, viven con Rafael. Sebastián tenía un hermano gemelo, Marcos, que murió en un accidente.
Por una discusión con Lucrecia, Rafael la despide de Mistral, por lo que Lucrecia decide matarlo, y allí empiezan sus problemas, porque antes de morir Rafael le encarga a su amigo y abogado, Gerardo Bellido, que encuentre a la hija natural y la traiga a la casa a vivir con su familia. Esa hija es Milagros. Y luego pasa lo que pasa.
Milagros es una telenovela clásica, aunque no sabemos por qué utilizamos este término, que tiene unas connotaciones positivas, para denominar las telenovelas que son básicamente una sucesión de situaciones pasadas de moda y ciertamente increíbles. Cenicienta pura, pero en peor.
Lucrecia de la Torre es una de esas malas terribles, mala de una pieza, que toma las decisiones de quitar de en medio a unos y a otros sin que le tiemble la mano ni piense nunca en utilizar algunas medidas un poco menos desproporcionadas. Ante cualquier contratiempo, ¡zas, adiós, despídete chato!. Por ser mala, Lucrecia no quiere ni a su marido ni a sus hijos, ni a nadie, sólo al hijo muerto, que ya es mala suerte. Lucrecia es una mala de las de antes, cuya única personalidad es esa, ser mala, mala y antipática, por lo que uno se pregunta de qué están hechos todos los que la aguantan, desde su marido, el muy agradable Benjamín pero que es un cero a la izquierda (otro que tampoco quiere a sus hijos porque dice que sí, pero jamás da la cara por ellos), hasta sus amigos, los Bellido y los Bermúdez (que son cuñados, casados con hermanas). Además de ser una desabrida, maneja la casa de su hermano con mano de hierro e impone unas reglas de convivencia que los adaptadores de la telenovela no pensaron en actualizar, y aunque esta versión está rodada en el año 2000, Lucrecia sigue empeñada en que sus hijos y su sobrina, mayores de edad, le pida permiso hasta para salir a la calle, ¡y ellos se dejan!
Por parte de la familia de José Antonio, también están buenos, porque Raquel se ha convertido en una mujer amargada que, aunque tenga más justificación, tampoco quiere a nadie, ni a su sobrino ni a su hija Melissa, resultado de la violación (como la pobre chica no sabe nada, no entiende por qué su madre no la quiere). Raquel es otra mala de esas de libro, ensimismada en su venganza, que no quiere dejar títere con cabeza y es incapaz de razonar.
Como contrapunto Milagros es buenííiisima, una de esas buenas absolutamente pánfilas, que llega a decir unas tontunas de libro, de las de «venid y vamos todos, con flores a María». Pero Milagros no es simplemente buena, Milagros es un marmolillo, que no ve nada y no se da cuenta de nada y habita en un mundo paralelo de bondad y buenrollismo. Una buena sin carácter. El problema se agrava por dos razones, la primera que Sonya Smith no tiene en esta novela los 20 años que se supone que tiene Milagros, por lo que la supuesta inocencia e inexperiencia de la juventud, en una persona más adulta, se ve como pura tontería y da vergüenza ajena las cosas que le hacen hacer y decir (la escena del bar con José Antonio, en la que bebe vino da tanto bochorno que es de las de mirar por las rendijas de los dedos). Milagros no es que se haya caído de un guindo, es que han plantado el guindo para ella. El segundo problema de Milagros es que Sonya Smith es demasiado guapa. Puede ser que Milagros sea coja, pero esos comentario despectivos que todos hacen porque no pueden entender que Martín y José Antonio se hayan fijado en ella, diciendo que es una chica insignificante, son de risa, porque lo raro sería que no se hubieran fijado, con lo guapa que es, ni que no tuvieran ojos. Y cuando ellos dicen que es que les gusta por su bondad y su belleza interior, es que da más risa todavía, ya me entienden, aunque sea muy buena y muy bella por dentro, ni que le hicieran una endoscopia para mirarle el alma, cuando lo de fuera está cañón. Tampoco tiene pinta de una desvalida y desprotegida huerfanita, víctima de la malvada madrastra. En la primera parte, la chica no da el papel.
Además de la historia principal, que podría tener cierto interés, nos encontramos otras historias, que a veces tienen que ver con la historia principal y a veces no. Hay muchos personajes cuyo interés es nulo (la familia de Pablo, por ejemplo, o los Bermúdez), pululando por ahí, lo que produce el efecto perverso de que en los primeros 30 o 40 capítulos Milagros y José Antonio están juntos unos 5 o 6 minutos. Luego de repente, José Antonio se enamora, están juntos unos 30 capítulos (están juntos en el sentido de que se hacen novios o están casados, pero tampoco tienen grandes escenas en las que aparezcan el uno con el otro, no se vayan a creer), luego se separan durante otros 60 capítulos, en los que apenas se ven, y vuelven a encontrarse en los últimos 10 o así. La novela muy amorosa no es que digamos. Las tramas secundarias, además, son de esas en las que todo encaja como un puzzle, y los chicos y las chicas juegan a las sillas musicales para acabar emparejados con personas distintas a aquellas con las que estaban al principio, aunque los personajes no peguen nada. Claro que tampoco pegaban nada con los primeros, véase el ejemplo de la pareja dispareja de Sergio Zárate y Mariana.
La producción está bien, una de esas novelas con mansión en la que viven todos en alegre compañía, odiándose y haciéndose sufrir pero sin que nadie piense en alquilarse un apartamento o trabajar, pero tiene algunos fallos clamorosos. Para empezar, el vestuario de Fernanda Muñoz de la Torre, que supuestamente es una chica rica y moderna, pero que va vestida de esperpento, con plumas de marabú desde que se levanta hasta que se acuesta. Y si no son plumas de marabú, entonces son lentejuelas. La chica es guapísima y con un tipo estupendo, pero el vestuario es absolutamente inapropiado. Luego hay errores menores, como el hecho de que Milagros acuchille a un delincuente en una pierna y éste salga en las escenas siguientes como si tal cosa e incluso con los mismos pantalones, o que el fantasma de Rafael de la Torre aparezca con un traje cruzado, o que el asesino a sueldo contratado para robar a Gerardo el testamento (una de esas vueltas de la trama absolutamente falsas, ¿qué quiere hacer Lucrecia con el testamento?) lleva puesta la misma ropa y la misma corbata que lleva en la foto de la ficha policial, o a la inversa, en la ficha policial lleva el mismo traje y corbata con el que le vemos en la acción. O también un absoluto desprecio por la genética, porque no se sabe cómo puede ser Milagros tan rubia, hija de dos personas morenas, porque hasta Chachita (Sonya Smith con peluca), tiene el pelo negro. ¿Y Paloma? ¿Cómo puede ser Paloma rubita con ojos azules siendo hija de Margarita, bastante morena, y Leoncio, moreníiismo? Debe ser algo de las leyes de Mendel.
El misterio que investiga la policía es tan obvio que es imposible que no se den cuenta de quién está detrás desde el minuto uno, ¿qui prodes, quién se beneficia?, pues evidentemente Lucrecia. Otra cosa es que no encuentren pruebas (contundentes, ese adjetivo tan utilizado en las telenovelas), pero desde el primer momento debería ser evidente para ellos quién es el malo. Y los medios que utiliza la policía también son del año del pun. Nos preguntamos para qué «actualizarán» las telenovelas si siguen dejando elementos totalmente anticuados y que no corresponden con la época en la que la telenovela transcurre. Para eso que vuelvan a poner la primera versión. Otra cosa que merecía un repasito en esta novela son algunos diálogos, que suenan a rancio que te pasas, o la situación en la que Milagros se empeña en que José Antonio se case con Fernanda porque se ha acostado con ella (ha tenido un lío de cama, nada de noviazgo), y el pobre José Antonio aguantando el chaparrón sin contestarle como se merece, o sea ¡anda ya!
Avanzada la novela Milagros se endurece un poco, pero la novela se resiente porque hasta ella misma se llega a creer que ya no quiere a José Antonio, aunque al final, claro, no sea así. Hubiera sido mejor que ella se diera cuenta de que sigue enamorada de él, aunque fingiera ante todo el mundo, menos ante el espectador. El hecho de que Milagros hubiera seguido sufriendo por amor, y no sólo por despecho, habría dado mucho más juego. Claro que Milagros quiere a José Antonio porque sí, porque «soñaba con él antes de conocerle» (ay qué recurso tan sobado), pero ya que no tiene ninguna razón para quererle, pues que la hubieran dejado queriéndole todo el tiempo (y sobre todo hablando de ello) ¿no?
Curiosamente, en esta novela sólo algunos malos reciben su merecido, porque hay otros personajes, que en cualquier otra novela serían de los malos, que aquí se quedan como si tal cosa e incluso los premian, por ejemplo los tres hermanos Muñoz de la Torre, o mejor dicho, las dos hermanas, porque Sebastián es una monada desde el principio. Las hermanas Muñoz son dos pendejas, caprichosas, vagas, ociosas y maleducadas y egoistas, pero acaban bien. Sin embargo, Paloma, que es una monada de niña, empieza sirviendo, aunque quiere estudiar, pero como se gasta su dinero dándoselo a Pipo para que éste tenga su oportunidad (tonta, tooooonta), se queda sirviendo como si Milagros, que es supermilloniaria, no pudiera darle más. Debe ser algo así como las castas, sirvienta naciste y sirvienta serás hasta que te mueras. Muy amigas, pero yo aquí y tu allí.
Con todos estos comentarios seguro que están esperando que digamos que la novela es un bodrio…pero no. La verdad es que podría ser un superbodrio, pero por alguna razón desconocida para nosotros, no lo es. Y decimos desconocida porque por mucho que reflexionamos no sabemos qué tiene esta novela que la hace más que soportable. Quizá sea por el personaje de José Antonio, que es verdaderamente complejo y original, porque no se trata de un hombre que lucha entre el amor y el odio, como por ejemplo Pura Sangre, sino un hombre verdaderamente atrapado. José Antonio sabe que ama a Milagros, sabe que la ama aunque no debería, pero le importa regular el hecho de no deber quererla. Desde el momento en que se enamora, José Antonio ya no duda y lo único que hace es intentar defenderla de Lucrecia, pero sobre todo de Raquel, hasta el punto de que hace el sacrificio supremo de dejarla y decirle que no la quiere para que Milagros no sea víctima de la ira de Raquel. Si el personaje de José Antonio estuviera mejor escrito, sería la bomba. Siendo como es, un poco inexpresivo, resulta bastante interesante. Es un personaje profundo, que se sale del molde del chico bueno pero tonto, que lleva una doble vida y es cruel, pero tiene muchas dudas y sobre todo, nos dejan ver de mil y una maneras, que esa no es su verdadera naturaleza, que lo hace, sobre todo, por deber y obligación con su tía, a la que tiene cariño, lástima, y sobre todo miedo. Fíjense, un héroe al que se le ve el miedo que tiene.
Quizá la sorpresa de esta novela venga originada porque no tenía muchas expectativas al empezar a verla. No pensaba contarles por qué elegí esta novela para ver y no otra, pero me han obligado a ello. Señoras, señores, decidí ver esta novela …porque en la presentación me gustaba el abrigo que llevaba Roberto Mateos…ya lo he dicho. Durante meses, cada vez que decía que iba a ver «Milagros», todo el mundo me decía que tenía una pinta malísima, que olía a bodrio por todas partes, pero una y otra vez yo repetía machaconamente eso de «…es que lleva un abrigo tan bonito», o la otra versión «…es que le están tan bien las gafas de sol», siendo objeto de mofas y befas por este motivo, que aguanté estoicamente manteniéndome en mis trece. Con estos requerimientos, y admitiendo aquí que no es motivo muy lógico para una elección de estas características, podría haber ocurrido cualquier cosa una vez que me hubiera cansado de ver el abrigo varias docenas de veces, pero no ha sido así (tampoco me he cansado de ver el abrigo). Y no es que no quiera dar mi brazo a torcer con mis crueles amigas, es que de verdad la novela tiene interés, no se en dónde ni por qué, pero tiene algo.
LO MEJOR
Después de la historieta del abrigo, no les extrañará que les diga que lo mejor es lo absolutamente buenísimo que está Roberto Mateos en esta novela. Es que está guapísimo, de verdad, incluso con un exceso de gomina. Cuando se quita la gomina y se le ve ese pelo al natural, voy a proponer que volvamos a hacer una encuesta de pelo más bonito para votarle 200 o 300 veces y como único candidato. Seguro que están pensando que ya estamos otra vez con el tema del pelo, como cuando hablamos de Mallarino, pero es que ¡Ay qué pelo!
El estilismo sí que le falla un poco pero creo que es un tema más de diferencias culturales en moda masculina porque José Antonio, que durante la primera mitad de la novela no se apea el traje ni para dormir y durante la segunda mitad lo único que se quita es la corbata, pero sigue con traje, lleva siempre las camisas y las corbatas haciendo juego (corbata naranja-camisa naranja, corbata gris-camisa gris) cosa que en España choca (en el sentido español del término, o sea, causa extrañeza) bastante, ya que los hombres trajeados aquí suelen llevar siempre camisas claras y las camisas grises o negras nos traen reminiscencias de la familia de Don Corleone en «El Padrino». Por eso, quizá José Antonio vaya estupendamente bien vestido para otros cánones. Los trajes oscuros que lleva son bonitos. Claro que también Benjamin y Sebastián se ponen unos trajes rarísimos para ir a la boda de Fernanda, porque son de un tono verdoso, o pardo, con camisas de color ocre y verde, cuando aquí los trajes masculinos de las bodas de postín son siempre oscuros (negros o grises). Pero mientras que admitimos las diferencias de criterio en materia de trajes de hombre, lo que no podemos aceptar de ninguna manera es el traje de novio de Renzo. Es imposible que este traje con levita y pantalones azul añil con lazo en lugar de corbata sea bonito ni elegante para nadie, en ningún país, latitud o longitud del globo terráqueo.
Las escasas ocasiones en las que José Antonio se quita el traje (no piensen mal) y sobre todo en todas las escenas que transcurren en Cuzco, en las que lleva unos vaqueros, está directamente de morirse de un infarto. Créanlo y tomen precauciones.
LO PEOR
En el comienzo de la novela el personaje de Raquel está interpretado por la misma actriz que posteriormente hace de Melissa, su hija. El caso es que en ese primer capítulo Raquel sale unos 10 minutos, con su propio pelo, y cuando se convierte en Melissa le arrean (no se puede utilizar otro verbo) una peluca absolutamente horrorosísima, y no se explica por qué, teniendo en cuenta el escaso tiempo que aparece como Raquel, no le pusieron la peluca entonces y la dejaron ser Melissa con su pelo natural.
Hay algunos elementos menores de esos que le sacan a uno de quicio, como el hecho de que Teodora, una de las doncellas, una mala persona, chismosa y malintencionada, que trata a Milagros a patadas cuando llega a vivir a casa de los de la Torre, siga trabajando en la casa cuando Milagros es la dueña de todo. Una persona normal habría puesto a Teodora de patitas en la rúa, sin más contemplaciones, pero Milagros no, de forma que Teodora sigue trabajando en la casa, haciendo de las suyas y traicionando a la familia una vez sí y otra también. Esta Milagros es tonta.
Pero lo peor de lo peor es que Pablo San Martín, el mejor amigo de José Antonio, que deja a Melissa para meterse a cura, se salga luego de cura por el amor de Lucía. Que el premio gordo de Pablo, que es un chico que es una joya, se lo lleve una chica rematadamente imbécil que no tiene dos dedos de frente como Lucía, en vez de Melissa, que es una chica generosa, sincera y buena, a pesar de tener una historia familiar peor que mala, es directamente de tirarse de los pelos.
REPARTO
Sonya Smith.- Milagros Vargas y Chachita Vargas
Roberto Mateos.- José Antonio Wilson Gómez (José Antonio Echevarría)
Yvonne Frayssinet .- Lucrecia De La Torre de Muñoz
Juan Vitali.- Gerardo Bellido
Paul Martin.- Martín Bellido
Karina Calmet.- Fernanda Muñoz De La Torre
Gonzalo Revoredo.- Sebastián Muñoz De La Torre
Virna Flores.- Lucía Muñoz De La Torre
Reynaldo Arenas.- Leoncio Peña (El Jaguar)
Regina Alcóver.- Teresa de Bellido
Roberto Vander.- Benjamin Muñoz Conde de Santana del Sol
Malena Elías .- Raquel Echevarría Romero de Wilson
Mari Pili Barreda.- Melissa Wilson Echevarría
Melania Urbina.- Macarena San Martín
William Bell Taylor.- Pablo San Martín
María Pía Ureta.- Mariana Avalos (amiga de Milagros)
Alberto Isola.-Rafael De La Torre
Hugo Cosiansi.- Juan Bermúdez
Ruth Razzeto.- Rosa de Bermúdez
Renato Rossini.- Juan ‘Juanito’ Bermúdez
Saskia Bernaola.- Rossy Bermúdez
Ana Cecilia Natteri.- Margarita Manrique
Milene Vásquez.- Paloma Manrique
Irene Eyzaguirre.- Teodora Cardenas
Carlos Mesta.- Celso y Benito (el chófer)
Fabrizio Aguilar.- Renzo Malatesta
Andrea Montenegro.- Erika Ceballos
Marissa Minetti..- Claudia Rosales (enfermera, amiga de Erika)
Nadia Berdichevsky.- Silvia Zapata (amiga de Milagros)
Roger Del Aguila.-Pipo (Felipe Guzmán, amigo de Milagros)
Rafael Santa Cruz.- Mayor Sergio Zárate
Paco Varela.- Teniente Godofredo (Fredo) Del ÃÂguila
Tatiana Astengo.-Irene Ramírez «Body»
Milagros Cabanillas.- Marcela Cordoba
Jesús Delaveaux.- Jesús Rivera
Mirna Bracamonte.- Blanca Rivera de San Martín
Atilia Boschetti.- Micaela ‘Chela’
Bertha Cárdenas.- Consuelo Rivera
Juan David.- Mauricio González
Milagros Vidal.- Rene (primera mujer de Sebastián)
Ana María Jordan.- Carlota de Avalos
Bernie Paz.- Gringo Belauchaga
Rodrigo Sánchez Patiño.-Robin (asesino de Rafael)
Fernando Pasco.-Rambo (asesino de Rafael)
Fernando de Soria.-Peter Farfán (asesino a sueldo para robar a Gerardo)
Javier Valdés.- Gabriel (Director de Mistral, novio de Fernanda)
Javier Delgiudice.- Padre de José Antonio, hermano de Raquel
Antonio Arrué
Bruno Ascenzo
Bertha Cabrejos
Ernesto Cabrejos
Ramón García
Willy Gutiérrez
Marcelo Oxenford
Jorge Rodríguez Paz(
Mario Velásquez
Rosa Wunder