RESUMEN
Es la historia de un ambicioso político, Eduardo Carbonell, cuya única aspiración es llegar a la presidencia de la República, para lo cual ha conformado una banda internacional de ladrones, que dirige con el sobrenombre de «La Araña». Está casado con una hermosa y dedicada mujer, Angela Falla, que al aproximarse a los 30 años, vive una crisis existencial que la pone a revaluar toda su vida y la confronta a recuperar su carrera profesional. Angela llega a trabajar a «El Libertador», un correccional de menores delincuentes, donde se encuentra con Juan, alias «Diablo», un atractivo joven delincuente de 17 años , que es la estrella de una organización que realiza robos espectaculares de obras de arte y valiosas joyas para «La Araña».
Desde su primer encuentro ambos sienten una atracción irresistible. Sin embargo, Angela y Juan Diablo ignoran que tienen mucho más en común que su mutua pasión. Juan Diablo es el hijo que Eduardo Carbonell nunca quiso reconocer.
Por qué diablos es una historia diferente, ágil y con mucha acción en la que un joven apasionado tratará de derrumbar todas las barreras que le separan de su mujer amada.
NUESTRO COMENTARIO
Una telenovela soprendentemente buena, y decimos sorprendentemente porque a pesar de ser una obra de tema policiaco, ninguna de las dos tramas, ni la policiaca ni la amorosa queda relegada ni oscurecida por la otra. En «Por qué diablos», la trama policiaca es interesante, además de bien producida, y te hace reflexionar, y la historia de amor tiene fuerza y pasión.
Eduardo Carbonell, interpretado por el siempre magnífico Víctor Mallarino, es un «niño bien» un cachorro de una de las mejores familias de Colombia, sobrino de un Presidente y destinado desde la cuna a ser un digno sucesor de la dinastía. Pero Eduardo Carbonell tiene dos caras, su brillantez intelectual, su simpatía y su ingenio son un careta que encubre a un soberbio megalómano, un manipulador sin escrúpulos, que quiere conseguir el poder absoluto sin importarle los medios que haya de utilizar. Eduardo dirige en la sombra, apodado como «La Araña» y ayudado por su amigo Federico Ponce, una red de delincuentes internacionales, que utiliza a adolescentes procedentes de los barrios más bajos, de las bandas callejeras, para cometer arriesgados robos. Al principio parece que lo que anima a Eduardo es el placer del riesgo, una persona que lo tiene todo y que se aburre de su previsible vida, pero pronto sabremos que lo que Eduardo quiere es mandar, quiere el poder, y está dispuesto a todo para lograrlo.
Eduardo tiene el matrimonio perfecto y la familia perfecta, una esposa y una hija. Está enamorado de su mujer, pero no la respeta, o quizá ni siquiera la quiere, sino que es parte del «ajuar doméstico», algo de su propiedad. Su relación con ella es bastante paternalista y sobre todo muy dominante, aunque su esposa-muñeca-niña (niña no en edad sino en experiencia vital) no se dé cuenta de hasta que punto Eduardo condiciona y dirige su vida.
Angela, mujer de Eduardo, es una mujer florero, guapa y en perpetuo estado de inocencia, hasta que un acontecimiento la saca de su estado de hibernación, y Angela aterriza, un joven atracador muere en sus brazos, en un asalto organizado por «La Araña» para robar una importante joya, que sale mal cuando Eduardo, en un capricho, aborta la operación dejando a los jóvenes ladrones abandonados a su suerte.
En paralelo a la vida de Eduardo y Angela nos encontramos la vida del barrio República de Bogotá, en el que Boris Mondragón es la figura central, organizando a las bandas, la red de delincuentes que trabaja para Eduardo sin saber quién es, peones en un juego del que no saben nada. Uno se los miembros de esas bandas es Juan Cantor, alias Diablo, hijo de Eduardo con una de las criadas del palacio presidencial, Teresa, durante el mandato de su tío y desconocido para él. Las vidas de Eduardo, Angela y Juan ya se habían cruzado cuando Juan y su banda intentan atracar a Eduardo y Angela el día de su boda. Como consecuencia de ese encuentro, que acaba con Juan en un correccional, las vidas de Angela y Juan quedan unidas para siempre. Diez años después, Angela y Juan vuelven a verse durante el atraco para robar la joya y ese encuentro obsesiona a Angela sin saber por qué.
Tras el shock del atraco, los Carbonell vuelven a Colombia, y Angela empieza a colaborar como sicóloga en uno de las «obras de caridad» de Purita Carbonell, la tía de Eduardo, esposa de Juan Eduardo el antiguo Presidente, el reformatorio para menores y también orfanato «El Libertador». Allí Angela no sólo se vuelve a encontrar a Juan, que está recluido en «El Libertador» por un crimen que no ha cometido, sino que encuentra su verdadera vocación y pasión. Con la única ayuda de Lili Chaparro, su amiga y compañera de estudios y ahora directora de «El Libertador» y contra la oposición de Purita y de Eduardo, Angela se propone aportar su granito de arena para que alguno de los chicos y niños que están en la Institución, pueda tener una oportunidad y un futuro.
Pero con lo que Angela no cuenta es con la atracción que siente por Juan Diablo, a pesar de la diferencia de edad, de educación, cultura y clase social. En contraste con Angela, Juan es un chico muy maduro para su edad, que ha visto de todo y con una madre buenísima, pero incapaz de ponerle un freno. Teresa Cantor es decente, honesta y trabajadora, pero nunca ha crecido y sigue enamorada idealmente de Eduardo, esperando un príncipe azul. Pasó de ser una niña a ser una madre-niña, es infantil, soñadora, indecisa y fantasiosa, aunque ha educado a su hijo lo mejor que ha podido, con el resultado de que Juan es valiente, leal, honesto y responsable, un líder nato.
Por su parte, Juan también se siente atraído por Angela desde que la vió por primera vez, pero es para él un ideal inalcanzable. Tras la muerte de su amigo James (léase como se escribe, no con la pronunciación inglesa) en brazos de Angela en el atraco para robar la joya, Juan se hace cargo del hijo de éste, y se hace novio de su enamorada de la infancia y viuda de James , Jazmín (léase yasmín), también miembro de la banda y con la que piensa formar una familia cuando salga del reformatorio. Cuando Juan se da cuenta de que la muerte de James se debe a una decisión de «La Araña», decide vengarse, para lo cual tiene que averiguar quién se esconde detrás de ese nombre.
Con la convivencia, la relación de Angela y Juan se va volviendo cada día más estrecha, hasta que se dan cuenta de que se han enamorado, pero hay tantas cosas que les separan que se trata de un amor imposible. Paralelamente, Eduardo decide iniciar su carrera política y su ambición y verdadero carácter se van haciendo cada día más evidentes para Angela. Las maniobras de Eduardo para llegar a la presidencia, con la policía y Juan pisándole los talones conforman la trama policiaca de la novela. El proceso de desarrollo de Angela y Juan como personas, y la conciencia de que se aman por encima de todo configuran la trama amorosa.
Víctor Mallarino dota a Eduardo de un carácter risueño, humorístico y absolutamente siniestro. Eduardo es la personificación de la soberbia, soberbia de clase y soberbia intelectual. El proceso de megalomanía y ansia de poder de Eduardo se va intensificando según avanza la novela, hasta que todo lo demás deja de importarle. A Eduardo le van que ni pintadas las palabras de Adam Smith, que hablando del carácter posesivo y acaparador de la ambición de poder escribió que «una vez que esa pasión ocupa completamente el corazón, no admite ni rival ni sucesor. Para los que se han acostumbrado a la posesión e incluso la esperanza de la admiración pública, todos los demás placeres se debilitan y decaen».
Quizá la personalidad de Eduardo sea un poco exagerada, porque su ansia de poder es demasiado lúcida. La mayoría de las personas que ansían el poder con tanta fuerza acaban convenciéndose a sí mismos de que son los salvadores del pueblo, hombres providenciales e insustituibles que el pueblo necesita, se acaban creyendo su propio papel. Eduardo Carbonell no, él quiere el poder por el poder mismo, para satisfacer su necesidad de sentirse superior a todo el mundo, de saber que los ha engañado a todos y que no hay nadie que le ponga límites.
La novela nos muestra los compadreos de los políticos, las corruptelas, cuando no directamente la pura corrupción, el poco respeto por sus representados, los electores, y la ausencia de vocación de servicio, el reparto de los despojos del Estado…la vida misma, pero sin recargar demasiado las tintas, de forma que la historia nunca es pesada. A pesar de la corrupción, sobre todo en las altas esferas pero también en niveles inferiores, como por ejemplo en el caso de Juvenal, la novela nos muestra la decidida vocación de algunos personajes y de la sociedad en general, representada por servidores públicos como Martín Pedraza, el Coronel Arbeláez, Salinas y el mismo Benavides, de jugar limpio.
En el otro lado de la trama policiaca, la vida de los barrios se muestra de forma un poco ídilica, porque hay violencia, pero por ejemplo el tema de las drogas en los jóvenes apenas se vé. En cuanto a la producción, las escenas de los robos y atracos de una forma ágil y llena de emoción y tensión, más como un ejercicio de habilidad y precisión, tipo «Misión Imposible» que como un acto de violencia. Las escenas de los robos están muy bien medidas, y transmiten tensión y suspense.
Marcela Carvajal, tan guapa, tan expresiva y tan luminosa, encarna a la perfección el personaje de Angela, una chica educada para ser el perfecto acompañamiento de la vida de Eduardo, la carrera de Eduardo y de todo lo que diga Eduardo. En la escena inicial de su boda, Angela celebra que «le atrapó», cumpliendo las típicas aspiraciones de una chica de su clase social, cazar el mejor partido. Y durante 10 años son felices, Eduardo la trata como a la princesa del guisante y Angela se deja hacer, hasta que algo le supone un revulsivo y ella empieza a pensar en quién es realmente y qué quiere de la vida, y se da cuenta de que no quiere vivir como ha vivido siempre. A lo largo de la novela se hace evidente la transformación y desarrollo de Angela, desde una chica un poco patosa e insegura, siempre a la sombra de Eduardo, hasta una mujer en toda la extensión de la palabra, segura de sí misma y de lo que quiere. Angela es decente, clara y recta, por lo que sufre muchísimo cuando se enamora de Juan y engaña a Eduardo, al que ella cree honesto. En este sentido, es un acierto la idea de que ocasionalmente «veamos» u «oigamos» lo que Angela piensa o se imagina cuando está con Juan, la pasión irreprimible que él le despierta, porque le imprime mucha pasión a la trama sin necesidad de que el personaje de Angela se «engorrine» engañando a Eduardo como Eduardo la engaña a ella. Angela siempre mantiene su integridad.
Manolo Cardona está inmejorable en el papel de Juan Diablo, como nunca más ha vuelto a estar en esas novelas tan bodrio que ha hecho desde que se fue de Colombia a México, donde tiene que fingir el acento, aunque lo haga bien. En México, Cardona es una víctima de su propia belleza física, porque sólo le dan papeles de «guapón», blandos como las natillas y mucho más insulsos. Cardona es un guapo angelical, por lo que necesita papeles más duros para hacernos olvidar esa carita de querubín. En «Por qué diablos», sin embargo, hace un papel más duro, con más aristas, más expresivo, con más matices, y sabe estar a la altura. Menos mal que se ha decidido a volver a Colombia, donde parece que está triunfando con otro papel de «duro» en «El Cartel de los Sapos». Por favor, que se quede allí y no vuelva a Telemundo.
Juan Diablo es un chico tan brillante, valiente, y tanta capacidad de liderazgo y mando como su padre, y el contraste está en que, aunque Juan Diablo tiene un origen más que humilde y una ocupación delictiva, mantiene siempre sus valores, su lealtad, su bondad y su sentido de la responsabilidad y su afán de proteger a todo el mundo, mientras que Eduardo, el privilegiado, pervierte todo lo que le han enseñado en su propio provecho.
Además de los personajes principales, encontramos en «Por qué diablos» un ramillete de personajes secundarios muy interesantes, desde el bondadoso por dentro y duro por fuera Martín Pedraza, víctima de su educación y sumisión, porque al ser hijo del capataz de los Carbonell admira tanto a Eduardo que no puede ni imaginarse que sea «la Araña», hasta los chicos de la banda, intentando sobrevivir y salir de la mugre como pueden.
Como no podía ser menos en una novela colombiana, también nos encontramos personajes cómicos, Teresa Cantor y sus sueños, pero sobre todo Juvenal, un botarate antiguo miembro de una banda que ahora trabaja en «el Libertador» e interpretado por el graciosísimo Ramiro Meneses. A Ramiro Meneses ya le habíamos visto en la telenovela «Amor a la Plancha» en el papel de William Gula, un papel tan plasta que ni siquiera Ramiro podía hacer nada por él. Como Juvenal, Meneses directamente se sale. Su composición del personaje es tan graciosa, el ritmo de sus frases con ese pretendido defecto de dicción, su expresión corporal, todo te hace reir a carjadas. Confesamos es de las pocas veces en las que hemos utilizado el mando del vídeo para repetir escenas que no fueran de las «emocionantes». Las escenas de Juvenal y las cosa que dice son tan graciosas que las hemos visto varias veces para volver a reirnos, aunque hay escenas de Juvenal que resultan excesivamente largas y un poco pesadas.
En el lado contrario, nada graciosa, está la historia de Lili Chaparro, amiga del alma y confidente de Angela. Lili también es psicóloga y es la directora de «El libertador», una trabajadora vocacional y entregada, que como muchas mujeres enfocadas en su carrera, no tiene vida propia ni tiene más familia que «sus chicos». Es despreciada por Eduardo, por no encajar en su idea de «lo femenino» (ese es otro tema que merece capítulo aparte, ¿por qué se identifican como valores femeninos la sumisión y la dependencia y no se puede seguir siendo igualmente femenina siendo fuerte e indendiente?). Pero el problema de Lili no está en que Eduardo tenga una idea distorsionada de lo que debe ser una mujer, es que la propia Lili también lo tiene, de forma que cuando Federico Ponce se convierte en su amante, Lili está dispuesta a ceder mucho más terreno del que debiera en aras de seguir conservando a Federico. Lili aspira también a un príncipe azul y tiene claras las características que debe tener ese príncipe, las tiene claras en el sentido de que son las características de los príncipes azules de los cuentos, sin más reflexión, que sea guapo, rico y de buena familia, pero Lili no se ha parado a pensar si ser guapo, rico y de buena familia son los valores que ella necesita, si ese tipo de hombre es lo que a ella le va, a Lili la guían sus prejuicios. Por eso, ni mira a Martín, un hombre bueno y tierno, porque no encaja en lo que ella esperaba. Con independencia de que Federico, además, sea un gusano, y con independencia de que, además, la tenga pequeña (es refrescante que se hable de ello sin tanta mojigatería), es Lili la que cae en el papel de sumisa, de ceder su identidad y hasta su personalidad, por conservar a un hombre… qué error.
LO MEJOR
El guión no sólo es original por la perfecta mezcla de historia policiaca y de amor, también la historia de amor rompe muchos moldes. Para empezar, en este caso es Juan el que es joven y pobre, y ella es la rica y de buena familia. El hecho adicional de que la relación de los dos se desarrolle en un correccional, en una cárcel, es otro elemento curioso.
La relación entre Juan y Angela es apasionada y tierna, a ratos adulta y a ratos adolescente, muy bien llevada. Se incluyen detalles muy realistas, como las preguntas que Juan le hace a Angela sobre si ella le mira o no, y otros muy tiernos, como cuando Juan se ata a la muñeca la bufanda de Angela y la lleva como un amuleto o como cuando Angela le da un beso a Juan en la mejilla y él se toca el sitio y se lo lleva a la boca ¡Y cómo se miran! Juan y Angela se pasan el día mirándose, siguiéndose con la mirada. Incluso en las escenas en las que no hablan el uno con el otro se les vé en el fondo, sin dejar de mirarse. ¡¡¡bbbrrrrr!!! Otros directores deberían aprender de «Por qué diablos» que las miradas transmiten muchas más pasión que algunas escenas de cama. Los abrazos de «Por qué diablos» también son de los que a nosotros nos gustan, unos achuchones con todos los brazos.
El lenguaje de Juan cuando habla de Angela suena, cómo decirlo, un poco machista, ya que se refiere a ella con frecuencia como «esta hembrita», o habla de ella y de Jazmín como «mi nena», pero después de todo Juan es miembro de una banda callejera, un gamin, y no se le pueden pedir peras al olmo. En todo lo demás, Juan es de lo más tierno y amoroso.
Todo en la telenovela resulta de lo más natural, da la impresión de que muchas de las cosas que pasan se incorporan a la trama como si tal cosa, tanto los accidentes, como una torcedura de pie de Purita, como equivocaciones e improvisaciones, en las que Mallarino es el rey.
Otra cosa que nos ha encantado, no se rían, es el cogote de Cardona. Cardona tiene una nuca de lo más sexy, con ese pelito cortado tan cortito. Dan ganas de darle un bocado.
LO PEOR
El sonido de la novela es de lo peor que hemos visto nunca. No sabemos si es problema de la producción o de las cadenas que la emitieron pero la música de fondo está tan fuerte que en ocasiones no se oye lo que hablan, a lo que se añade la dificultad de entender a chicos que hablan en argot. Sea de quien sea la culpa, a los responsables, como diría la Reina de «Alicia en el país de las maravillas» ¡que les corten la cabeza!
Como siempre, el paso del tiempo en las telenovelas es un misterio para el mundo, porque los personajes no viven a ritmo normal. En «La Hija del Mariachi» por lo menos, disimulan y nos dicen que han pasado muchos meses, pero en «Por qué diablos» resulta que James Olarte se muere y en menos de dos meses su mujer ya está enamorada de Juan, ¡qué maravilla de recuperación emocional! El tema del tiempo tiene aquí mas justificación que en otras novelas, porque se supone que Juan es menor de edad, pero no puede ser muy joven para que Angela no sea una roba cunas y no puede pasar mucho tiempo para que Juan siga en el correccional, por lo que el chico se queda suspendido durante mucho tiempo en el espacio indefinido de los «casi 18 años». Aún así, lo del amor por Jazmín y sus peleas con Toño son como un maratón.
El resto de las cosas son tonterías que comentamos por afán de reirnos. En el cuarto de materiales donde Juan y Angela tienen sus encuentros, el cartel de la puerta que indica la función de la habitación (cuarto de materiales) se lee desde dentro de la habitación y no desde el pasillo, como debería estar. En una escena de amor-sexo entre ellos dos, hacen muchos movimientos de cámara, muy rápidos, para mostrar que es un encuentro muy explosivo y apasionado, pero les hacen dar tantas vueltas sobre sí mismos que parecen una peonza y debieron acabar mareados como patos.
REPARTO
Juan «Diablo» Cantor- Manolo Cardona
Angela Falla.- Marcela Carvajal …
Eduardo Carbonell ‘La Araña’.- Víctor Mallarino
Teresa Cantor.- Marcela Gallego
Purita de Carbonell .- Consuelo Luzardo
Boris Mondragón.- Frank Ramírez …
Martín Pedraza.- Diego Trujillo …
Federico Ponce.- Carlos Congote …
Toño Mondragón.- Quique (Kike) Mendoza
Juvenal Torres.- Ramiro Meneses …
Jazmín ‘Jaz’ Cordero.- Paola Rey
Reinerio ‘Doggie’ Palacios.- Walter Díaz …
Claudia Riascos.- Maribel Abello …
Lili Chaparro.- Adriana López …
Aurelio ‘Gaviota’ Restrepo.- Johnny Acero …
Faustina ‘Tina’ Cordero.- Pilar ÃÂlvarez …
Juan Eduardo Carbonell.- Javier Gnecco …
Luisa Carbonell Falla (Niña).- Ana Maria Abello …
Jhon Freddy ‘El Trompo’.- Juan Manuel Gallego …
Genoveva Arbeláez.- Cecilia Navia …
Carlos Otalora.- Edgardo Román …
Elias ‘La Chanda’ Guerra.- Julián Román …
Wilmer ‘La Rata’ Baquero.- Jorge Rubiano …
Lia de Falla.- Carolina Trujillo
Marlenis de Torres.- Inés Oviedo …
Samir Riascos.- Jaime Barbini …
Gordillo.- Humberto Rivera …
Gordo.- Jorge Ivan Duarte
James Olarte Diego.- Jorge Cárdenas …
Juan ‘Diablo’ Cantor (Niño).- Andrés Fierro …
Teresa Cantor, (Joven).- Isabella Gardeazábal …
El Ñato.- César Navarro …
Jess ‘Chucho’ Denilson.- Freddy Ordoñez …
Felipe Aramburo.- Elías Rima Nassiff …
Cata.- María José Martínez …
Luisa Carbonell Falla (mayor).- ÃÂgatha Morazzani